Estamos ante un inicio de curso atípico por la situación derivada del Covid. Un reencuentro con las aulas lleno de emociones encontradas, como suele ser habitual, pero que este año está aderezado por la preocupación, la incertidumbre y el miedo de las familias y profesorado, a causa de la pandemia.
Por un lado, los/as niños/as están viviendo esta vuelta al colegio con ilusión, ya que no ven a sus compañeros/as de clase ni acuden al colegio o ikastola desde hace seis meses, a la vez que con cierta preocupación debido a la excesiva avalancha de noticias que están escuchando, y a la cantidad de medidas de higiene y normas que se han implantado para cuidar el bienestar y la salud de todos/as. En el caso de los adolescentes, está siendo una vuelta a la rutina rara y dura, ya que comienzan los horarios, el madrugar, organizarse, exámenes, unido con la poca relación con el resto de compañeros/as del curso y de otros cursos; un aliciente muy importante para ellos/as que este curso, al menos de momento, no lo van a tener.
Por otro lado, tenemos otra parte muy importante del puzzle que son las familias y el profesorado, que tienen un papel muy importante, como es el de enseñar a gestionar todas estas emociones a los/as más pequeños/as para que puedan controlarlas y entenderlas. Para ello es importante no catalogarlas ni en positivas ni negativas, las emociones “son” y hay que aprender a sentirlas todas y no esconderlas ni tapar las que puedan suponer mayor sufrimiento.
Necesitan seguridad y confianza, para ello debemos de darles un criterio de realidad que les ayude a entender lo que ocurre en su entorno, tratando la situación de manera natural, legalizando y preguntándoles. Si no naturalizamos la situación o no se verbaliza, corremos el riesgo de que fantaseen e imaginen más allá de la realidad, lo que les puede generar más miedo, llegando a pensar que el coronavirus es un monstruo que está por la calle.
No se nos puede olvidar que somos seres sociales. Necesitamos la socialización para el crecimiento y un desarrollo emocional sano. Debido a la nueva situación, la forma en la que nos relacionamos es diferente: ya no se puede compartir tanto como antes, ni nos podemos saludar de la misma manera, ya que debemos de evitar los abrazos y los besos. Sin embargo, desde el comienzo de la pandemia, los/as niños/as nos han demostrado que tiene mucha capacidad de adaptación. Hemos sido personas resilientes, pese a mucho esfuerzo, dedicación y un “desgaste” mental y físico. Es importante reparar las secuelas que el confinamiento nos dejó, y dar otra nueva oportunidad al aprendizaje en este nuevo curso escolar.
Escucha a Iratxe Ortiz de Orruño, pedagoga experta en terapia y familia en Radio Vitoria.
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