Esta semana arranca el curso escolar en la mayoría de centros, y con él vuelta a la rutina para los/as más pequeños/as, adolescentes y sus familias. Un momento en el que la mayoría de personas pueden tener sentimientos encontrados; por un lado ganas e ilusión, y por otro susto o vértigo al pensar en todo lo que tenemos por delante.
Septiembre siempre es sinónimo de estrés, de nervios y de tensión. La vuelta a la normalidad, a los horarios, tener que organizarnos y estructurar en pocos días lo que va a ser el resto del curso es algo angustioso. Además, hay que tener en cuenta que arrancamos un tercer curso en pandemia, con todo lo que conlleva.
Venimos del verano, donde hemos vivido momentos de tranquilidad, de descanso, en el que hemos podido elegir con libertad horarios y hacer lo que nos apetecía en cada momento; con el arranque del curso pasamos a tener que aclimatarnos a unas obligaciones y agendas ya impuestas. Vivimos estos días momentos de tensión y de nerviosismo, pero por otro lado echamos de menos «ordenarnos» un poco, ya que somos seres de rutinas, de hábitos y necesitamos tener una estructura semanal. Lo que verdaderamente nos cuesta es el cambio, pasar de un extremo a otro, porque no somos máquinas y no podemos pasar del cero al cien en pocos días, se trata de ir adaptándonos poco a poco.
Necesitamos adaptarnos poco a poco
Tras las vacaciones siempre se habla del famoso «síndrome post-vacacional». Se trata de un proceso de tristeza y de añoranza de las vacaciones que lo vive un alto porcentaje de la sociedad, en mayor o menor medida. Es natural y normal que lo sintamos, no debemos de patologizarlo, ya que es un periodo de tiempo en el que nos debemos de adaptar; tanto las personas adultas al trabajo, como los niños/as y adolescentes al colegio e instituto. Si este malestar emocional perdurase en el tiempo, sí que podría suponer un problema. En ese caso, cada persona tendría que ver qué es lo que le ocurre en su día a día que no le permite avanzar y le hace quedarse anclada en las vacaciones de verano.
Además, no podemos olvidar que todavía seguimos en pandemia. Si la vuelta a la normalidad siempre cuesta, con esta situación todavía más. El año pasado había mucha incertidumbre sobre cómo se iba a poder afrontar el curso. Ahora ya lo sabemos, y los niños/as y adolescentes verbalizan que es algo que no quieren repetir, ya que llevar la mascarilla o seguir manteniendo las burbujas y no poder compartir ni estar con los/as amigos/as que quieren, les provoca que este comienzo lo vivan con mayor angustia. A veces van a necesitar ayuda para afrontar su día a día escolar, aprender a organizarse, mejorar su autoestima o reforzar su motivación.
No hay recetas mágicas para adaptarnos a la rutina
En definitiva, no hay recetas mágicas ni una pauta universal que nos haga «la vuelta al cole» más fácil. Pero sí podemos decir que es importante disfrutar del día a día en la medida de lo posible; no quedarnos anclados/as en el pasado y no aferrarnos a que lleguen las siguientes vacaciones o puentes, sino intentar aprovechar los momentos que vivimos diariamente que nos aportan bienestar.
Escucha a Iratxe Ortiz de Orruño, pedagoga experta en terapia y familia, en Radio Vitoria.
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