Nos levantamos por la mañana, las dos pequeñas a la misma hora de siempre, a las siete y media, Jaime y yo también; el mayor de 16 años, Álvaro, está en la cama.
Vamos preparando el desayuno y se nota un desconcierto general, estamos toda la familia en casa, y no es sábado, ni domingo, ni son vacaciones.
¡Pero qué pasa!, la familia está alterada, estamos confinados, encerrados por nuestra seguridad, hay un virus incontrolado que hace enfermar a las personas, se contagia muy rápido y la gente se pone muy malita.
No hay colegio y Jaime y yo tampoco podemos ir a trabajar.
Nos tenemos que organizar, para hacer el teletrabajo, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿qué hacemos con las pequeñas? Y Álvaro sin dar señales de vida, le he llamado dos veces ya, respuesta ¡no tengo clase!, esto es un lío…
Llamadas a los abuelos y abuelas, ¿estáis bien, no salgáis de casa, necesitáis algo? Nooo, dile a papá que no salga, que tiene problemas de corazón y tú quieta que te lo llevo yo…
Jaime, ¿qué hacemos con las niñas?, ¡¡¡no dejan de pelearse por todo!!!
¡Oye, Álvaro, levántate!
Esto es un caos. ¡¡¡Sigue todo el mundo alterado y los mensajes se repiten, no se puede salir de casa!!!
¡Jaime!, tu madre ha llamado tres veces, que quiere ir a la compra, ¡que no será para tanto!
¡¡Las pequeñas se siguen peleando!! Y Álvaro en la cama.
Estoy a punto de explotar, ¡me llaman de la oficina, me tengo que conectar!, y Jaime habla con sus compañeros para hacer una videoconferencia, ¡pero! ¿dónde?
Después de casi cuatro horas dando vueltas en casa, haciendo esto y lo otro, el nivel de estrés supera todo, empezamos a gritar y de repente se levanta Álvaro y dice, en esta casa no hay quien duerma…
En ese momento todo explota, ¡tú lo que tienes que hacer es ponerte a estudiar!, y ¡vosotras a hacer deberes que seguro que tenéis!, “que no estamos de vacaciones”.
Esta situación descrita es la que están viviendo muchas familias, madres- padres y personas adultas que viven con niños y niñas, durante estos días…
¡Fuera de control!
¿Qué hacemos? ¿Cómo lo hacemos?
Ante situaciones excepcionales, se necesitan medidas excepcionales; es muy importante que las personas adultas se paren un rato, que se vayan a la habitación solas y empiecen a planificar su nueva situación.
Normas nuevas para situaciones nuevas. Como siempre, normas y límites que ayuden, contengan y respeten a cada miembro de la familia.
Es un momento complicado, pero lleno de posibilidades mientras todo esté controlado. La niñas y niños necesitan contención, saber que tiene qué hacer, cómo y cuándo. Necesitan saber qué es lo que está pasando y hay que ser muy claros, decirles lo que supone, las cosas que sí se pueden hacer y las cosas que no. Medidas higiénicas y sanitarias.
Este parón hace que tengamos que distribuir espacios y horarios que son los que van a salvaguardar la estabilidad familiar. Los espacios individuales y los espacios comunes, los tiempos individuales y los tiempos compartidos.
Aprovechar y asignar tareas que tributen al buen funcionamiento familiar, en las cuales colaboren todas y todos.
Habría más recomendaciones pero estas son las principales para que todo empiece a funcionar de nuevo. A partir de aquí cada familia sabe lo que necesita y cuándo. Y usará su imaginación…
Susana Martínez Iza, educadora social, experta en familia y mujer
ediren dice
Así es… Los y las más pequeños de la casa están viviendo una situación que ni por asomo la hubiéramos imaginado jamás «encerrados entre cuatro paredes tanto tiempo»… Son unos grandes…¡Qué ganas de volver a veles disfrutar en los parques, en las calles… y volver a escuchar ese bullicio de risas y juegos…! Gracias por tu comentario Marisol. Saludos.