Ya llevamos casi tres meses enfrentándonos a una situación tan difícil de gestionar como ha sido esta pandemia del Coronavirus. De la noche a la mañana nos dijeron que se cerraban los colegios, y a la vuelta de pocos días la noticia era que nos teníamos que quedar en casa. A partir de ese momento empezaron a surgir las preguntas que a todos/as se nos pasaron por la cabeza: ¿hasta cuándo vamos a estar así?, ¿qué va a pasar?, ¿cómo lo vamos a poder hacer?
Hemos vivido todo este tiempo con mucha incertidumbre, miedo y preocupación. La educación se ha visto muy afectada, ya que nos ha obligado a ofrecer una enseñanza online, donde la comunicación no verbal, la cercanía y la parte emocional no tienen lugar, no se viven de la misma manera que en el aula.
El nivel de adaptación ha sido muy alto por parte de toda la población. En primer lugar, el alumnado, que desde infantil, pasando por primaria y llegando a secundaria y bachiller, ha tenido una gran capacidad para seguir enfrentándose y continuar con el curso. Dentro de este colectivo no podemos olvidarnos de los/as alumnos/as con dificultades de aprendizaje, con déficit de atención u otras patologías, que requieren mayor atención ¿Cómo llegas a ellos y a ellas a través de una pantalla?
En segundo lugar tenemos a las familias, padres y madres, trabajando desde casa o familias con dificultades para entender el idioma, o con pocos recursos y conocimientos tecnológicos para poder hacer frente a la tarea. Se han visto sobrepasadas, angustiadas y muy preocupadas por miedo a no atender a sus hijos e hijas de la mejor manera posible, o como lo harían desde el colegio.
Y en tercer lugar, no podemos olvidarnos de la labor del profesorado, el cual ha vivido muchos momentos de estrés, de angustia y de frustración al no poder llegar a los objetivos iniciales, y no saber si están cubriendo todas las necesidades de sus alumnos/as, ya que ellos y ellas son los auténticos protagonistas de su proceso de aprendizaje.
En definitiva, hay mucho esfuerzo depositado en estos meses atrás, ansiedades que están aflorando ahora y un desgaste verbalizado y notorio a la hora de enfrentar la recta final del curso. Un final de curso un tanto atípico, en el que la pandemia también ha dado también una oportunidad para la creatividad, la imaginación, el pasar más tiempo con los padres y madres en casa, incluso dejando un sitio al aburrimiento. Lo ideal sería poder encontrar un equilibrio, entra estos dos extremos. Es muy importante resaltar el esfuerzo, el compromiso, el trabajo, la paciencia y la actitud positiva de todas y cada una de las piezas que han conformado este puzle educativo durante todas estas semanas; no ha sido nada fácil para nadie, todas ellas merecen un homenaje. La necesidad de coger vacaciones es más grande que nunca, se lo han ganado a pulso.
Iratxe Ortiz de Orruño, pedagoga, experta en terapia de familia y pareja
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