Llevamos muchos años acostumbrados/as a ir de un lado para otro sin parar, de casa al trabajo; de ahí a por los hijos/as al colegio, luego a la extraescolar, hoy toca clases particulares, vamos al parque, hoy tiene partido, ¿le recoges tú o voy yo?, tengo que hacer la compra, mañana al médico y que no se nos olvide llevar el coche al taller … De repente, de la noche a la mañana, debido a una situación de fuerza mayor que no podemos controlar, nos encontramos metidos/as en casa, sin poder salir a la calle más que para lo básico y cosas justificadas. Tenemos que estar las 24 horas del día con las mismas personas en un mismo espacio, no muy amplio en muchos de los casos. ¿Qué alternativas tenemos? ¿Cómo podemos pasar el día a día? ¿Cómo podemos afrontarlo de manera saludable?
En muy pocos días, más bien horas, hemos tenido que adaptarnos a una nueva situación completamente desconocida, que no sabemos hasta cuándo va a durar, viviéndola con incertidumbre, agobio, y con el miedo a qué pasará y cómo vamos a ser capaces de llevar esta situación, tanto yo como las personas de mi alrededor.
Las personas adultas, quizá, seamos más capaces de entender, de aceptar y de sobrellevar esta situación. Pero hay un colectivo, el de los niños y las niñas, al que hay que explicárselo bien; transmitirles seguridad y tranquilidad para que puedan entender la situación y sean capaces de sobrellevarla de una manera sana.
Nos hemos dado cuenta que uno de los campos más afectados en esta complicada situación es el de la Educación y cómo se está trabajando desde las casas. Quizá el agobio viene más desde los padres y madres que, a veces entre el teletrabajo en algunos casos o el trabajo presencial en otros, junto con el de ayudar a sus hijos e hijas no sólo con los deberes sino con todo el temario dado por el profesorado vía internet, se sienten cansados/as y agobiados/as y en muchos casos sin poder llegar a cubrir todas las necesidades.
Hay varias preguntas encima de la mesa, pero la pregunta por excelencia es: ¿cómo le puedo ayudar? En algunas situaciones nos encontramos la dificultad del idioma; no en todas las casas se habla el euskera y hay un conocimiento suficiente como para poder atenderle al completo, incluso a veces también hay dificultades con el castellano; y, por otro lado, las tecnologías que se están utilizando para poder recibir el material, impartir las clases online y los deberes. No todas las familias disponen de esos medios. Es por ello que se suma un plus de complejidad a la ecuación.
Lo que más pueden necesitar en este momentos, al no tener la figura del/a referente escolar, es orientación y acompañamiento. Podemos seguir fomentando su autonomía, complementándolo con seguimiento diario. En función de la edad de cada niño/a la implicación y la ayuda de la persona adulta será mayor o menor. No nos debemos de olvidar que los niños/as se tienen que equivocar para aprender. ¿Les corregimos o no? Es importante favorecer que se den cuenta que han fallado, y si no lo ven decírselo y trabajarlo con ellos/as para que lo vuelvan a hacer; quizá es que no lo han entendido. Nos encontraremos con situaciones en las que quizá no haga falta corregirles, habrá que valorar cuál ha sido el error, ya que en un gran porcentaje de nuestras intervenciones, estamos en contacto directo con su autoestima. Los/as niños/as no quieren decepcionar, quieren hacerlo bien y mostrarlo a la persona adulta, es ahí cuando tenemos que hacerles ver que equivocarse no es malo, sino otra manera de aprender.
Una de las cosas positivas que tiene esta situación es el fomento del aburrimiento, aprovechemos y enseñémosles a aburrirse, ya que los deberes y las tareas obligatorias duran una parte del día. Es una oportunidad muy buena para que aprendan a aburrirse. El estrés del día a día nos lleva muchas veces a tener todos los momentos del día ocupados, y cuando no tenemos nada que hacer sobretodo los niños/as se frustran, se agobian y demandan todo el rato. Enseñémosles a gestionar el aburrimiento, y así aprenderán a esperar y a frustrarse.
Por un lado, el ser humano es un ser de rutinas. Es por ello, que es necesario marcarse un horario, crear unos hábitos que nos ayuden a pasar las horas de una manera más sana. El día lo hacemos más o menos largo en función de cómo nos organizamos, la responsabilidad es nuestra.
Para terminar, decir que podemos mirar a esta situación con unas gafas, que nos permitan verla como una oportunidad de impulsar y dar a conocer, capacidades que tenemos, que en una situación habitual no las expresamos, como pueden ser la creatividad, la imaginación, el ingenio y el autoconocimiento. En definitiva, todo es aprendizaje.
Iratxe Ortiz de Orruño, pedagoga, experta en terapia de familia y pareja
ediren dice
Me alegro de que hayas descubierto con este artículo que aburrirse es buenísimo, Marisol. Aprovechemos a practicarlo y, así, poder dar rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad, que es mucho. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.