Las Navidades y la Nochevieja que acabamos de pasar suponen dejar atrás todo un año de vivencias, y comenzar y enfrentarse a un año nuevo… Esto nos puede generar incertidumbre, vértigo, miedo… A qué pasará el año que viene, a pensar si todo nos va a ir bien, etc.
A ese no saber qué será de nosotros/as el año que viene y a esa sensación de vértigo va asociada la tolerancia a la incertidumbre.
La tolerancia a la incertidumbre es precisamente esa capacidad para lidiar con la falta de certezas y de soluciones inmediatas. Aunque siempre pretendamos resolver todo y encontrar una respuesta, lo cierto es que esto es imposible. A veces las respuestas y las soluciones llegan solo con el tiempo. Otras, sencillamente, son imposibles de encontrar. La humanidad no lo sabe todo. Es más, lo que ignoramos supera con creces lo que sabemos.
Dicho de ese modo, todo el mundo asentimos y entendemos que es así. Otra cosa ocurre en la práctica. Son muchas las personas a quienes les resulta imposible tener tolerancia a la incertidumbre. La inquietud las invade, incluso la irritación, cuando se sienten sin un pilar sólido y amplio en el que apoyarse. Es por ello que, como método para evitar parte de esa incertidumbre, recurrimos a rituales, en este caso de fin de año, para “asegurarnos” en cierto modo que podemos tener más probabilidades de que nos vaya bien.
Dentro de los rituales más comunes en España, podemos encontrar los siguientes:
· El comernos las 12 uvas: junto con las campanadas de las 12 de la noche es un claro ritual que seguimos prácticamente todas las personas. Comer las uvas en Nochevieja es una tradición ‘made in Spain’ a la que no renunciamos en casi ningún hogar de nuestro país, aunque su origen no es para nada esotérico: en 1909 hubo un excedente de producción de esta fruta, y esta fue la mejor manera que se les ocurrió para dar salida a la cosecha. En Italia comen lentejas en vez de uvas, y en Portugal, pasas.
Algunos cambian las uvas por otras 12 cosas (gominolas, pistachos…). Pero ya no solo has de comerte las 12 uvas, sino que has de comértelas todas bien y a tiempo para que en sí el ritual sea “efectivo”. No vale que se te quede alguna, ni tampoco ir a destiempo… Si esto ocurriera podríamos poner en duda si tu comienzo de año ha sido “adecuado”.
· Estrenar ropa interior roja para atraer el amor.
· Brindar con algo de oro en la copa de champán.
· Dejar puertas abiertas: las puertas y ventanas de tu casa deben estar abiertas durante toda la Nochevieja para comenzar sin problemas el Nuevo Año.
· Empezar con el pie derecho. Ya sea siendo el pie derecho el primero que apoyas en el suelo tras las campanadas, o incluso salir fuera de casa y en cuanto den las 12 campanas entrar en casa con el pie derecho.
· ¿Quieres viajar? Pues coloca las maletas junto a la puerta.
· Etc.
Pero… ¿Qué hay detrás de estos rituales?
¿Qué hay detrás de los rituales de fin de año?
Detrás de todos estos rituales está la necesidad de conocer nuestro futuro y nuestro destino. Es por ello, que en estas fechas tan señaladas hay un notable incremento de las personas que acuden a que les predigan el futuro, como por ejemplo que les echen las cartas, que les lean las palmas de las manos, etc. Estos servicios esotéricos rara vez predicen acontecimientos negativos; generalmente la información que conseguimos hace referencia a acontecimientos positivos. Es decir, pagamos por saber que todo irá bien, que vamos a tener suerte (en el trabajo, en el amor, en la salud…).
Estas predicciones de que todo irá bien tienen su efecto en nosotras/os; si creemos que todo será positivo nuestra actitud inconscientemente será más proactiva y hará que las cosas vayan mejor y que nos salgan bien, generando un aumento de nuestra confianza de manera inconsciente.
Esto es conocido como el Efecto Pigmalión. Se conoce como la influencia que una persona puede ejercer sobre otra. Sus creencias podrán influir en el rendimiento del otro, de esta manera se buscará que sus expectativas sean ciertas y se hagan realidad con conductas que tiendan a confirmarlas. Este efecto también es conocido como la “profecía autocumplida”, y así haremos todo lo posible para que aquello que consideramos o creemos que sucederá se haga realidad.
En definitiva, necesitamos y compramos ilusiones y buenos augurios para afrontar la tolerancia a la incertidumbre de cara al nuevo año.
Si te interesa el tema, pincha aquí para escuchar a nuestra compañera la psicóloga y experta en terapia de familia y pareja, Naroa Arizaga.
Deja una respuesta