Con la llegada del verano, los campamentos siempre han sido una excelente opción para que niños y niñas se socialicen y disfruten de actividades con sus iguales durante varios días. Este año, dada la situación provocada por el Covid, muchas familias han visto truncada su expectativa de tener a sus hijos e hijas unos días fuera de casa para que puedan convivir con otros chavales de su edad.
Pero no todos los niños y niñas quieren participar de este tipo de actividades; hay algunos más “lanzados” que se apuntan a la primera y otros que posponen esta decisión, ya que les cuesta salir de casa. Las madres y padres se preocupan mucho de que se relacionen con sus iguales, pero hay niños y niñas que no lo logran tan fácil porque tienen dificultades de socialización.
¿Por qué mi hijo tiene dificultades para socializarse con otros de su misma edad?
El proceso de socialización es un salto cualitativo en el proceso del desarrollo y crecimiento. El desarrollo emocional se produce a saltos, no de forma continua. Este salto significa salir del adentro de casa en el que el medio es seguro y controlable al afuera, en el que, por el contrario, el medio es inseguro e incontrolable.
Cuando los niños y niñas van hacia fuera, siempre habrá una primera vez donde sentirán miedo e inseguridad. Por ejemplo; la primera vez que salen a comprar el pan o a hacer un recado, la primera vez que van a dormir a casa de un amigo, la primera vez que van a un campamento, la primera vez que salga afuera con sus amigos o discuta o se enfade con ellos, etc. Todas estas situaciones en las que se dan pasos en el afuera constituyen pequeñas conquistas que les ayudarán en su autonomía personal y en su socialización.
Por otro lado, los ritmos a la hora de socializar son distintos entre los niños y niñas. El momento y la velocidad de maduración entre ellos y ellas suele ser diferente. Hay algunos que lo hacen antes y otros que tardan más. Esto no signifique que no vaya a socializar o que tenga un problema. Por esto, es importante respetar los ritmos de cada uno de los hijos e hijas, ya que incluso entre hermanos los ritmos son distintos.
Algo importante en este punto es destacar que se encuentran diferencias en cuanto a género a la hora de socializar. Generalmente, el perfil de persona que nos encontramos con mayores dificultades sería. Un chico, entre 8 y 12 años, sensible e introvertido, con un nivel de exigencia elevado hacia sí mismo y con una familia que sobreprotege.
Al fin y al cabo, lo que sucede afuera de casa, tiene que ver con lo que ocurre adentro. Hay veces que por parte de los padres y madres se tiende a sobreproteger. Es bueno en este sentido no dar todo hecho a los hijos e hijas, ya que en la calle las cosas no funcionan de esa manera y son más complejas que en casa. Por ejemplo, si veo que mi hijo o hija no quiere salir, y como padre o madre llamo a sus compañeros de clase para que le saquen, estaríamos sobreprotegiendo. Esto dificultaría la resolución de la inseguridad y el miedo.
¿Qué puedo hacer para que mi hijo socialice?
Por último, caben mencionar algunas claves para ayudar a los hijos e hijas por parte de los padres.
Como antes se ha mencionado, hay que ser conscientes que la socialización es un salto cualitativo importante en el desarrollo de los niños y niñas. Siempre que uno o una asoma por primera vez para afuera habrá riesgos, y es normal que sientan inseguridad. Es fundamental no restar importancia a este miedo o inseguridad que los hijos e hijas puedan tener en esta primera vez.
Todos los niños y niñas son distintos, cada uno tiene una personalidad distinta, incluso entre hermanos. Es importante no entrar en compararlos con otros iguales y no presionarles. Darles la confianza que necesiten, puesto que antes o después terminarán haciéndolo.
Asimismo, es crucial permitir la autonomía de los menores para no sobreprotegerles. Es relevante que tengan sus responsabilidades en el adentro y no resolverles todos sus conflictos. Al final, para pedir que los hijos e hijas sean responsables en el afuera, tienen que tener sus propias responsabilidades en el adentro.
Eneko Polledo, psicólogo
Deja una respuesta