Muchas veces, nos encontramos con que las niñas y niños no quieren ir al colegio o expresan tristeza cuando se quedan allí. ¿A qué se debe esta situación? ¿Qué pueden hacer los padres y las madres para ayudarles en este proceso?
Los niños y niñas están en un proceso de crecimiento y desarrollo constante y éste no es lineal; es decir, un aprendizaje de idas y venidas, en el que, se van adquiriendo herramientas para enfrentarse a las responsabilidades diarias, entre las que se encuentra ir al colegio, y las inseguridades y miedos que esto puede generar.
Cuando son más pequeños, y comienza la etapa de acudir al colegio, pasan a una situación en la que dejan de recibir toda la atención que disponen en casa y tienen que aprender a compartirla con el resto de sus compañeros y compañeras de clase. Además, tienen que empezar a enfrentarse a ciertas responsabilidades, y entender que, la incondicionalidad que tienen en casa no existe en el colegio, y eso cuesta…
A medida que van creciendo, van haciendo frente a diferentes situaciones que ponen a prueba su capacidad para relacionarse con sus iguales y el profesorado, adaptarse a nuevas estructuras de estudio, etc. La principal labor de los padres y madres en este proceso es la de acompañar y favorecer la autonomía de los/as chavales/as, para que cuando lleguen a la edad adulta sean capaces de tomar decisiones y gestionar de manera adecuada las diferentes situaciones con las que se van a encontrar a lo largo de su vida.
Conquistar «el afuera», dejar de ser «el rey o reina de la casa» y «pelearse» las cosas con sus iguales, cuesta; supone trabajo y esfuerzo y esto a veces no es fácil; les puede provoca rechazo y querer «seguir siendo pequeños o pequeñas» porque, efectivamente, CRECER es complicado: nos tenemos que ir despidiendo de etapas anteriores, para dar paso a «lo nuevo».
Es importante resaltar el acompañamiento, y saber diferenciarlo de la sobreprotección, que hace una labor totalmente contraria, ya que, en lugar de favorecer la autonomía, crea una dependencia hacia los padres y madres, que genera inseguridades en el niño en los momentos en los no se encuentra en un entorno como el de casa. Para poder realizar este acompañamiento de forma adecuada, hay que poder expresar los sentimientos que se van generando en las diferentes etapas, y ponerles nombre a los mismos.
Por último, y para que este acompañamiento sea efectivo, es necesario que todas las personas adultas del entorno del niño o la niña vayan en la misma dirección, es decir, que exista una comunicación en forma de ayuda entre padres y profesores para así impulsar su autonomía.
Beatriz Fdz. Corres y Miren Bárcena, psicólogas de Ediren. Escúchalas en esta entrevista en la Radio Comunitaria Siberia FM, en el programa «Educar es compartir».
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