Desde las redes sociales nos llegan rápidamente nuevas tendencias. Los influencers se hacen portavoces de los ecos relacionados con los cambios sociales, y últimamente están proliferando los grupos y comunidades online que promueven este nuevo estilo de vida: “Parejas con doble ingreso sin hijos”, lo que se viene a llamar parjea DINK.
Escucha a nuestra compañera la psicóloga Arantza Gómez en este entrevista:
Habría que diferenciar las parejas DINK, de las parejas que retrasan el proyecto hijos por cuestiones económicas, de acceso a la vivienda o de infertilidad. En las parejas DINK no hay un problema económico, sino que se plantean invertir su tiempo, esfuerzo y economía en su desarrollo personal y profesional.
Estas parejas se unen con un proyecto común muy claro: centrarse en sus proyectos profesionales con la posibilidad de promocionar, no cerrarse la opción de trabajar en el extranjero y disfrutar de su libertad para poder vivir otro tipo de experiencias, viajar o tener tiempo para uno mismo sin atarse a las exigencias que supone la crianza de los hijos.
Impensable no tener hijos tiempos atrás
Hace no muchas generaciones, el hecho de que una pareja no tuviera hijos sólo podía deberse a que “no habían sido bendecidos”. Eran excepcionales las situaciones en las que una pareja se planteara no tener hijos, y todavía sigue de algún modo perviviendo en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad. Si una pareja tiene estabilidad económica, un trabajo, una vivienda, etc. se da por hecho que tiene que poner en marcha un proyecto de familia con hijos. Si no es así, a medida que pasa el tiempo, podremos escuchar cómo desde su entorno se les pregunta: “¿para cuándo?”, o “¿y vosotros qué?», “¡venga que se os va a pasar el arroz!”…
Este tipo de preguntas probablemente nos cuestionan nuestras propias decisiones. Además de ser una intromisión en la intimidad, refleja que todavía la elección de no tener descendencia es una decisión que resulta “extraña”, que genera sorpresa; una decisión, por la cual, las parejas pueden sentirse cuestionadas e incluso ser tachadas de egoístas. Acusadas de no estar aportando socialmente o que sólo se ocupan de sus propias necesidades. Mientras tanto, en ningún caso, nadie cuestiona a las parejas que sí deciden tener hijos: por qué lo hacen o en qué momento lo han decidido.
Quizás deberíamos analizar el doble mensaje que reciben estas parejas en la actualidad:
- Por un lado pueden escuchar frases como “tener un hijo es lo más maravilloso del mundo, te cambia la vida, es lo más bonito que te puede ocurrir, te realizan…”.
- Y, por el contrario, también oyen mensajes como “aprovecha ahora, no sabes dónde te has metido, se acabó lo bueno, olvidate de todo en una buena temporada…”.
Las mujeres, más presión
Este doble mensaje, en el caso de la mujer, conlleva un peso añadido que todavía hace más difícil la decisión:
- Por un lado, podemos ser criticadas si dejamos a un lado la carrera profesional para atender a los hijos. Se cuestiona: cómo lo vas a dejar. Hay como una obligación para romper el techo de cristal, o se dice que estamos defraudando la lucha feminista.
- Pero, por otro, si apostamos por dedicarnos a lo profesional seremos unas egoístas, por atender sólo nuestras necesidades, abandonar a nuestras criaturas, o hacernos sentir culpables por perdernos su infancia.
Ante estos dobles mensajes que nos mandan socialmente (que sería interesante cuestionarse de dónde vienen, por qué se difunden de esa manera, y a quién benefician), podemos entender que haya parejas que no tengan ningún deseo de complicarse la vida y asumir ese sacrificio después de lo que han peleado para alcanzar la situación socioeconómica que han conseguido. Aunque no debemos olvidar que realmente este colectivo también es muy rentable para nuestro sistema económico: viajes, restaurantes, experiencias…
Muchas opciones de familia
De lo que no hay ninguna duda es que actualmente ya no hay una sola propuesta de familia y de pareja sino que se han ampliado mucho las opciones. Hoy en día el renunciar a la maternidad-paternidad es una opción igual de válida que cualquier otra.
Fdo. Arantza Gómez Pérez, psicóloga, psicoterapeuta, psicodramatista
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