Los móviles, los videojuegos y las redes sociales son herramientas de gran utilidad, si se usan de forma correcta. Sin embargo, estas nuevas tecnologías pueden implicar riesgos en jóvenes y adolescentes. A priori, deberían facilitar nuestra vida diaria, pero no siempre es así. Las personas jóvenes llevan estas herramientas en su ADN; han nacido con ellas y son expertas conocedoras de este mundo. Sin embargo, a las personas adultas (las analógicas) parece que no terminan de encandilarnos. Nos enfrentamos a un mundo muy amplio en continuo cambio que implica una necesidad constante de actualización y de gestión de lo desconocido. Esto genera un conflicto. Mientras las personas adultas aún no lo tenemos tan normalizado ni integrado, las jóvenes sí.
¿Por qué enganchan tanto los videojuegos?
Pero, ¿qué tienen estos recursos tecnológicos que los hacen tan atractivos? Tanto los videojuegos como las redes sociales son:
- Una gran fuente de estimulación y de placer inmediato.
- Sirven como evasión frente a las pesadas responsabilidades diarias.
- Además, son incondicionales.
Estos tres factores hacen que el uso de estas herramientas pueda derivar en un abuso o una adicción.
Por un lado, estos recursos tecnológicos les ponen a prueba; permiten a jóvenes y adolescentes desconectar de su realidad y pasar un momento de ocio y disfrute en solitario o con sus amistades (de forma virtual) desde casa, permitiéndoles evaluarse y dándoles la posibilidad de mejorar.
Por otro lado, son capaces de generar gratificaciones sociales inmediatas en forma de seguidores y “likes”, reportándoles apoyo y consuelo de sus iguales sólo con enviar un mensaje. Les permite conocer personas interesantes en edades en las que están creando su propia identidad. Un momento en el que buscan otro tipo de referentes, están probando qué cosas les pueden gustar, buscando un sentimiento de pertenencia hacia un grupo con unos gustos determinados, etc. Como se puede apreciar, no son pocos los beneficios que las personas jóvenes ven en estas tecnologías, por lo que es importante que puedan hacer un buen uso de ellas, frente a un uso patológico o abusivo.
¿Qué papel ha jugado la pandemia en el uso/abuso de las nuevas tecnologías?
En este sentido, creemos importante tomar en consideración nuestro contexto actual. La pandemia del Covid-19, y más concretamente el confinamiento derivado por la misma, hizo que todos y todas pasáramos mucho más tiempo delante de una pantalla de manera justificada; ya fuera para trabajar o estudiar, como para poder continuar relacionándonos con nuestros seres queridos y como forma de distraernos y disfrutar. Hubo un momento en el que normalizamos el mayor uso de estas tecnologías sin cuestionarnos las consecuencias del mismo. A esto debemos sumar que las restricciones continuaron hasta hace muy poco; unas restricciones necesarias pero que vulneraban una necesidad básica de la población joven como es la socialización. Además, no había respuesta ni alternativas de ocio, ya que la mayoría de las extraescolares y de actividades de tiempo libre se han mantenido clausuladas hasta el inicio de este curso. Tomando este contexto como marco, es normal que actualmente las personas jóvenes continúen utilizando las nuevas tecnologías como una herramienta de evasión y gratificación, una herramienta que hasta ahora les ha sido muy útil.
¿Cuáles son los factores de riesgo asociados a la juventud?
Por todo ello, como forma de prevenir y evitar un uso patológico, debemos tener en cuenta ciertos factores de riesgo asociados en las personas jóvenes:
- Uno de los más importantes tiene que ver con la soledad y/o el aislamiento social a raíz de un conflicto o por tener dificultades en las habilidades sociales. Y es que como decíamos estas nuevas tecnologías tienen la capacidad de abstraernos y de evadirnos de nuestro malestar y nos permiten conocer gente desde detrás de una pantalla, sin necesidad de exponernos tanto. Este factor puede estar asociado a jóvenes introvertidos e inseguros, con dificultad para el manejo y la resolución de los conflictos y escasas habilidades sociales que no cuenten con un grupo de pares.
- El fracaso y el absentismo escolar son otros de los factores a tener en cuenta además del entorno social y familiar. En este sentido, la baja tolerancia a la frustración y la dificultad de retrasar el deseo son factores importantes, frente a unas herramientas que reportan gratificación de forma inmediata y que pueden utilizar prácticamente cada vez que quieran.
¿Qué podemos hacer las personas adultas?
Frente a esto, las personas adultas, las madres y los padres, debemos:
- Mostrar interés, curiosidad y conocer estas nuevas herramientas.
- Saber el uso que hacen nuestros hijos e hijas de ellas, no desde el control, sino desde un acompañamiento y supervisión, que nos sirvan para tomar conciencia por si hubiera un problema.
- Hacer uso de la negociación como forma de hacerles partícipes, responsabilizarles e involucrarles en su propio proceso de bienestar y autoregulación.
- Limitar el uso de las tecnologías a cierto tiempo diario.
- Potenciar espacios de ocio y de tiempo sin pantallas; tanto dentro de casa como fuera, ayudándoles a construir alternativas de ocio y permitiéndoles el aburrimiento frente a la inmediatez, lo que potencia la creatividad y ayuda a las personas jóvenes en el proceso de simbolización y mentalización y en el retraso del deseo.
- Prediquemos con el ejemplo, el modelaje es importante para las personas jóvenes. Seamos coherentes con lo que pedimos. Los y las adolescentes son muy capaces de detectar las contradicciones en nuestras palabras.
- Intentemos no abroncar de primeras, escuchemos, aunque después pueda haber una consecuencia.
- No patologicemos a la mínima, pero tampoco minimicemos aquello que nos cuentan. Es importante que sientan que pueden contar con nosotros y nosotras como interlocutores válidos.
- Seamos capaces de pedir ayuda si no sabemos cómo actuar frente a determinadas situaciones.
En definitiva, ayudemos a las personas jóvenes a crear lazos y mantener un equilibrio entre las nuevas tecnologías y lo analógico que tan bien conocemos.
Alain Urra, psicólogo y psicodramatista del equipo Ediren
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