En general, las Navidades no nos dejan indiferentes y, además cada año, parecen llegar antes. Los dulces típicos, los anuncios en la televisión… nos lo van recordando… Con todo ello, anticipamos sensaciones y sentimientos de alegría y emoción, o bien empiezan a aparecer los fantasmas de la angustia, la tristeza, la soledad…
Si eres de las personas que no te gustan las Navidades, tranquila, no eres «un bicho raro»; casi la mitad de la población comparte esos mismos sentimientos.
Los expertos nos dicen que en estas fechas pueden aumentar los niveles de estrés y ansiedad; incluso en algunas personas provocan un profundo sentimiento de angustia y eso no significa que sufran ningún trastorno psicológico. La presión social, la sensación de autoexigencia por tener que llegar a todo, por tener que estar feliz obligatoriamente, evitar el conflicto (“por la paz una ave maría”), por no permitirnos los sentimientos ambivalentes y tener que disimular la nostalgia y la melancolía ante los demás, nos lleva a intentar tapar todas esas emociones y generalmente acaban explotando de alguna manera.
Por otro lado, puede ocurrir que haya personas que lleven arrastrando desde hace algún tiempo situaciones de malestar, un duelo, una enfermedad, o un momento de crisis vital delicado. En estos casos hay una doble carga y es importante asumir el momento complicado en que estamos, para no tener que hacer el gran esfuerzo de disimular ni sentirnos culpables por nuestro malestar. Para las personas que pasan por momentos difíciles emocionalmente se hace más cuesta arriba, aumenta la sensación de soledad, tristeza e incomprensión, sienten que no van a la par del resto del mundo.
En general, si te sientes identificado/a con todo esto, es importante que tengas en cuenta que estas fechas no son el momento de enfrentarte a grandes situaciones, no te pongas grandes objetivos idealizados, en todo caso plantéate pequeños movimientos que sean realizables acorde con tu ritmo, con tus necesidades y con la situación que estás viviendo.
Arantza Gómez, psicóloga, psicoterapeuta
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Pues yo no voy a celebrar las navidades, me dan asco y a la vez gustirrinín, recordando que he tenido el valor de ser pequeña y hacerme nena para recibir a los reyezuelos. De magia también se vive, y regular
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