Los seres humanos somos seres sociales. Desde que nacemos, pertenecemos a diferentes grupos y necesitamos de éstos para desarrollarnos personalmente. La soledad ha tenido, a nivel social, una connotación negativa. Tradicionalmente, la soledad ha sido vista y entendida como algo malo que se debe evitar. Existe la creencia de que las personas solitarias han sido abandonadas o rechazadas porque no saben convivir en sociedad. Como ocurre muchas veces, este estigma era aún mayor en el caso de las mujeres.
Si bien es cierto que la soledad es algo positivo por permitirnos escucharnos a nosotros/as mismos/as, en ocasiones, ésta puede resultar algo complicada. Cuando estamos solos o solas pueden aparecer sentimientos y pensamientos desagradables. Por ello, enfrentarse a la soledad a veces no es sencillo y los momentos a solas tienden a evitarse.
Poco a poco esto ha ido cambiando. Hoy en día, la soledad se tiende a ver como un valor, como una virtud que se ha dejado de asociar con el abandono. Se entiende que existe una soledad elegida que resulta beneficiosa para la persona. Uno de los beneficios que trae consigo la soledad es el de facilitar unas relaciones sociales de mayor calidad, unas relaciones que no se basan en una dependencia emocional excesiva.
Actualmente, nos vemos expuestos a una sobrestimulación debido en gran medida a las nuevas tecnologías, y evadirnos de todo no nos resulta sencillo. Todo un reto al que nos enfrentamos las personas en el día a día para encontrar esa soledad elegida. Hay muchas formas de hacerlo, cada cual tendrá que buscar la suya…
Alain Urra, psicólogo, psicodramatista de Ediren
Virginia García, psicóloga
Escúchale en esta entrevista en Radio Vitoria.
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