Estamos en una sociedad en la que tenemos la necesidad de poner palabra a todo lo que sentimos y vivimos. Desde hace varios años, hay temporadas en las que se ponen de moda ciertas palabras, como por ejemplo autoestima, frustración, resiliencia, etc. Sin embargo, la palabra por excelencia que está en boca de todos y que cada vez preocupa más es la motivación.
La motivación motor de aprendizaje
Habitualmente nos encontramos con familias en las que los padres y madres, principalmente, expresan que su hijo o hija está desmotivado/a. Verbalizan que no tiene ilusión, no tiene ganas de hacer nada, le cuesta hacer todo, no tiene curiosidades ni inquietudes… Esto es algo que preocupa, ya que la motivación es el motor para conocer el mundo y cómo nos desenvolvemos en él.
Desde pequeños/as nacemos con muchas ganas de descubrir y de aprender. Estamos llenos de curiosidades, todo lo queremos conocer y todo nos resulta llamativo e interesante. Sin embargo, según vamos creciendo, las ganas van disminuyendo. ¿A qué se debe?
- ¿Son nuestros miedos los que afloran?
- ¿Son los miedos de los padres y madres los que impiden que puedan seguir descubriendo?
¿Qué nos motiva en la vida?
A lo largo de nuestro desarrollo, aparecen determinados factores que nos influyen a que la motivación disminuya: ansiedades, miedos, preocupaciones, incertidumbre, etc. Ante estos nuevos factores, las personas adultas tendemos a la sobreprotección y a “darles casi todo hecho” a nuestros pequeños para, supuestamente, hacerles «una vida más fácil». No nos damos cuenta que de esta manera estamos, inconscientemente, «matando» esas ganas innatas de aprender y descubrir.
En el ámbito escolar, cuando un/a niño/a o adolescente comienza a suspender, enseguida nos saltan las alarmas sobre lo que puede estar pasando. ¿Suspender está directamente relacionado con estar desmotivado o desmotivada?
Sin darnos cuenta, ponemos el foco en los estudios, sin tener en cuenta que hay más variables que afectan e influyen en que una persona esté desmotivada. Ni la persona que suspende todas está completamente desmotivada con la vida, ni la que aprueba todo está motivada con la vida. Relacionado con los estudios, cumplimos un patrón: hay que aprobar y llegar a un mínimo. Y relacionado con la vida cumplimos unas expectativas, que para conseguirlas funcionamos automáticamente: sacar un mínimo de estudios, encontrar un trabajo, buscar una pareja, crear una familia, tener una casa, un coche, entorno social saludable, etc.
¿Realmente nos ponemos a pensar si esto es lo que me motiva o es un patrón repetitivo que se nos ha enseñado/obligado a seguir en la sociedad?
Descubrir el mundo
Debemos de tener presente que la importancia de mantener unos límites y que las ganas de descubrir el mundo están relacionados. Sin embargo, en ocasiones, nos envuelven las dudas: «¿Hasta dónde le puedo dejar?» «¿Hasta dónde le permito?» «¿Y si le pasa algo?» «¿Y si no está preparado/a?».
Para ello debemos de tener en cuenta en qué momento están de su desarrollo madurativo y emocional, para ver hasta dónde se les puede dejar o no. Lo que sí que está claro es que la motivación hay que trabajarla y cuidarla. Y, en ocasiones, son los miedo y preocupaciones de las personas adultas lo que les coarta el investigar y descubrir. Es importante, dentro de unos márgenes de seguridad, dejarles que desarrollen su creatividad.
No podemos olvidar que tenemos un hándicap muy interiorizado en nuestro día a día, que no ayuda a que esta creatividad aflore: “la tecnología”. En el mundo tan tecnológico en el que vivimos, es complicado fomentar la creatividad y la imaginación, ya que al encender el teléfono o el ordenador ya nos viene todo dado. Antes, el descubrir era un esfuerzo, sin embargo, era la única manera de aprender; ahora, en cambio, con mirar una pantalla, ya es suficiente.
Es necesario plantearnos una mirada crítica; no coformarnos con que nos lo den todo hecho o dar todo hecho a nuestros/as pequeños y pequeñas. Sobreprotegiéndoles no les estamos ayudando a crecer de la mejor manera. Recordemos «dar de mas no es dar lo necesario». Es importante plantear alternativas para que esa motivación innata con la que las personas venimos al mundo no se vaya deteriorando tanto con el paso del tiempo; para que, con los años, sigamos estando (en mayor o menor medida) motivados en la vida, con ganas de aprender y descubrir cosas nuevas.
Escucha en esta entrevista a Iratxe Ortiz de Orruño, pedagoga y experta en terapia de familia y pareja del equipo Ediren:
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