Escucha a nuestra compañera Naroa Arizaga, psicóloga y terapeuta de familia y pareja, en esta entrevista:
La empatía es un término que «está de moda» y que está muy extendido en la sociedad por su uso en contextos de todo tipo.
- Podemos decir que, por un lado, esto es algo positivo porque es señal de que todo lo emocional «está de moda» y de que le estamos dando más importancia a todo lo que ello conlleva. Es decir, que cada vez está cogiendo más relevancia hablar de emociones, querer compartir cómo nos sentimos, queriendo cuidar también este aspecto dentro de nuestras relaciones personales y prestando atención a cómo comunicarnos a nivel emocional.
- Sin embargo, parece que nos hemos pasado un poco de frenada; se ha llegado a desvirtuar el concepto de empatía por su uso y abuso. Incluso se suele utilizar como un reproche cuando queremos hacer referencia a que alguien no entiende cómo me siento o que no es capaz de escucharme; algo que es muy diferente a que la otra persona tenga una opinión diferente a la mía. Parece que ha llegado al punto de que si no eres capaz de ser empático hay algo que te falta.
Empatía versus simpatía
Es muy importante aclarar a qué hacemos referencia cuando hablamos de empatía. La empatía es la habilidad de ponerse en el lugar de otra persona, así como comprender y entender las emociones y las dificultades que está experimentando. Suele ser habitual confundir este término con el de simpatía. La simpatía hace referencia a la capacidad de ponerse en el lugar del otro, llegando a sentir lo que siente la otra persona. Por poner algún ejemplo:
- Cuando una persona ve llorar a alguien que le importa y se pone a llorar también, eso es llorar por simpatía.
- Al bostezar: neuronas espejo, que ayudan a mimetizarnos con el entorno, bostezar por simpatía.
- Al hablar de piojos, se genera que la otra persona también se rasque la cabeza.
Por lo tanto, la simpatía está relacionada con la expresión subjetiva de sentimientos y pensamientos, mientras que la empatía busca la comprensión objetiva del mundo interno del otro.
Distancia operativa
En la empatía existe cierta distancia operativa que nos ayuda a no llevar a nuestro plano personal aquello que nos están contando pudiendo ser más objetivos y poder ayudarle; ya que si esa persona está llorando y yo también lo hago poco le voy a poder ayudar.
Pero, ¿uno nace siendo empático o no empático? ¿o se puede aprender a ser empático?
Hay una parte que resulta inamovible y que nacemos con ella; es decir, el sentir más o menos. Hay personas que nacen con un nivel de sensibilidad más alto que otros. Es decir, las personas no aprenden a sentir más o menos; esta parte sí que tiene que ver con un rasgo de personalidad. Pero como hemos dicho que la empatía no es sentir sino comprender, uno si puede aprender ciertas claves sobre la vida emocional para, así, poder comprender mejor y gestionar desde otro lugar las emociones y los sentimientos.
La lógica de las emociones
Para ello es clave entender y comprender cómo funciona el mundo emocional y por qué leyes se rige. Todos conocemos cuál es el funcionamiento, cuál es la lógica del mundo racional ya que desde muy pequeños nos enseñan cómo funciona. Pero cuando no coincide con la lógica del mundo racional solemos decir que es irracional. En el mundo emocional las emociones no son irracionales, solo que tienen otra lógica diferente. Las emociones son ambivalentes, son duales, es decir, dentro de la lógica del mundo racional si algo es blanco no es negro y si algo es negro no es blanco, pero dentro de la lógica del mundo emocional las cosas son blancas y negras a la vez, tienen una cara blanca y una negra. Como hemos dicho, las emociones son duales y son como una moneda de dos caras, una cara mas presentable y más agradable y otra más desagradable. Las cosas no son o blancas o negras si no que son blancas y también son negras.
Sentimientos que crean conflicto
Pongamos un ejemplo. Imaginemos una mujer embarazada primeriza a punto de parir que está en la cola de la pescadería esperando a que llegue su turno rodeada de otras mujeres. Las vecinas, que al igual que ella esperan su turno, le preguntan: ¿estarás contenta?, ¡ya te queda nada?!
¿Qué puede sentir esta mujer hacia esta criatura que tiene dentro?
- Por un lado, está toda emocionada y tiene un amor inmenso hacia esa criatura.
- Pero, por otro, esa criatura le hace daño, no le deja dormir, tiene que ir al baño cada dos minutos y es como una especie de «alien» que crece dentro de ella.
¿Esa mujer podría expresar en esa cola de la pescadería: «en buen momento se me ocurre a mí embarazarme? ¡Este niño me va a romper en dos cuando salga! Es muy bonito en foto y ver como crece, pero el tamaño que tiene y por donde tiene que salir…».
Esta mujer no va a poder responder qué siente en realidad hacia esa criatura porque lo que siente son cosas muy diferentes, una intensidad de sentimientos, una gran ensalada de diferentes sentimientos todos apelotonados, confusos. Sentimientos que le crean conflicto. Ella borra todos esos sentimientos porque se supone que tiene que amar intensamente a esa criatura.
Nombrar las emociones
Por eso, para que aprendamos a ser personas empáticas, vamos a dar un par de TIPs:
- Para aprender a ser personas empáticas tenemos que aprender a nombrar emociones; no tanto a controlarlas sino a nombrarlas. Lo primero que tenemos que hacer es entender que no hay emociones ni positivas ni negativas. Si a la mujer embarazada le decimos que piense en positivo en realidad no vamos a ser muy empáticos, porque no va a poder expresar ni dar lugar a sus sentimientos negativos hacia ese bebé . No separar las emociones en positivas y negativas es un gravísimo error que nos impide ser empáticos. Tal y como hemos mencionado anteriormente son como una moneda, tienen dos caras.
- No luchar ni pelearnos contra las emociones intentado controlarlas. Hay que aprender a reconocerlas, identificarlas y compartirlas. Una persona empática es lo que llamamos interlocutor válido: alguien que respeta las emociones del otro y las escucha sin intentar modificarlas y sin intentar controlarlas. Siguiendo con el ejemplo de la embarazada, tenemos que ayudar a que no se sienta culpable por lo que siente hacia esa criatura que le «está machacando».
Una palabra mágica: sin embargo
TIP 1: es un secreto; una palabra mágica que sirve para empatizar y poder mencionar emociones es la palabra SIN EMBARGO. Es una palabra con poderes, si aprendemos a usarla bien vamos a ser personas más empáticas.
A esta mujer le diríamos: «tienes un amor inmenso por esa criatura y, sin embargo, también en algunos momentos la odias, cuando te genera dolor, susto, incertidumbre…
Está claro que nunca vamos a llegar a sentir lo que siente esa mujer primeriza embarazada que se despierta angustiada; pero sí podemos comprenderla sin intentar positivizar su vivencia dejando que exprese lo que siente sin escandalizarnos.
Otro ejemplo: una persona que está deprimida a la que acaban de diagnosticar cáncer de mama, mujer joven con dos hijos jóvenes también; queremos ser empáticos con ella y le decimos que se anime. A una persona deprimida decirle anímate es la antítesis de la empatía. Ese optimismo le coloca a la persona en soledad, le damos consejos e intentamos resolver su situación sin escucharla.
Y de ahí viene el TIP 2: esuchar antes que resolver
Escuchar antes que resolver
En general, solemos tener alrededor a mucha gente que «te resuelve la vida» y te dice qué es lo que tienes que hacer, pero no te escucha. Estamos tan pendientes de resolver el problema del otro que no le escuchamos, cuando el otro no necesita que le organices ni le resuelvas la vida; sin embargo lo que necesita simplemente es que estés a su lado y que le escuches.
En resumen, el problema está cuando existen sentimientos ambivalentes, duales, pero sólo podemos expresar uno y el otro lo reprimimos y lo guardamos: «lo quiere y sin embargo lo odia». Y esto, ¿tiene lógica o no tiene lógica? ¿Podemos comprenderlo? Tiene una lógica diferente de la racional, pero tiene lógica. Es por ello que es necesario conocer esta lógica, comprenderla y estudiarla.
En este sentido en Ediren, solemos organizar talleres de gestión de emociones donde enseñamos todas estas cuestiones. Ayudamos a que las personas entiendan esta lógica particular de la vida emocional; les decimos que se puede aprender y que este aprendizaje puede ayudar mucho en el día a día; no sólo a comprendernos mejor a nosotros/as mismos/as, sino a ser personas más empáticas con las demás; siempre sin cuestionar los sentimientos de la otra persona, sin clasificarlos y sin querer controlarlos.
Fdo. Naroa Arizaga, psicóloga, terapeuta de familia y pareja.
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