No somos conscientes de todo lo que transmitimos, sin que el lenguaje sea el protagonista.
Cuando nacemos, realizamos un master en lenguaje no verbal que nos hace ser personas expertas en percibir todo tipo de señales que los sentidos nos aportan.
Son los primeros mensajes que el cerebro recibe para poder hacer asociaciones de ideas. Cuando somos bebés, estas señales nos permiten distinguir quién se acerca a nuestra cuna, quién nos coge en brazos, sentir el calor y el frío, las texturas que rozan nuestro cuerpo…
En definitiva vamos desarrollando un aprendizaje intensivo de comunicación no verbal con nuestro entorno. Por ejemplo, vamos entendiendo si cuando llega mamá va a tener fuerzas para cogernos o si por el contrario va a estar muy cansada: si percibimos que está cansada y que no va a venir, entonces realizaremos el reclamo, gritaremos, lloraremos o nos deslizaremos a gatas hasta sus pies para que nos coja.
La comunicación no verbal, al igual que la verbal, tiene un emisor, un receptor y un mensaje. Pero a diferencia del lenguaje verbal, el no verbal es inconsciente y sincero.
Cuando aparece el lenguaje verbal, la comunicación no verbal pasa a un segundo plano. Prestamos más atención y consciencia al lenguaje verbal, y nos permitimos: ser políticamente correctos, mentir, engañar, fingir, realizar chantajes emocionales, reiteraciones, decir diferentes no, repetirnos, etc.
Al estar en el inconsciente, el lenguaje no verbal obrará siendo sincero con nuestras emociones y nuestro estado psicológico, con lo que podemos transmitir sin quererlo aspectos que no deseamos mostrar. Por lo tanto podremos convertirnos en farsantes para nuestro interlocutor, ya que nuestro cuerpo dice una cosa y nuestro lenguaje verbal otra. Es decir podemos realizar una comunicación que en muchos casos no es sincera con nosotras/os mismas/os. Nuestro cuerpo está dando información alternativa sin nosotros/as, ser conscientes de ello.
Así, por ejemplo, cuando nos juntamos con diferentes personas, nuestro cuerpo se encuentra más cómodo con unas que con otras y esto lo hará saber antes o después. Y viceversa, si una persona no está a gusto con nosotras/os, lo percibiremos.
Tenemos que hacer consciente nuestra comunicación no verbal, el cuerpo no sabe engañar; cuando la persona está cansada, triste, alegre, eufórica, depre, enérgica…, él se muestra.
Por todo ello, en estas fechas navideñas que en muchos casos tenemos que ser políticamente correctos en las mesas familiares, tendremos que tener en cuenta lo que emiten nuestras cuerdas vocales, su tono, su ritmo y poner atención en nuestro cuerpo para que no nos delate …
Yolanda Valle. Fisioterapeuta, experta en Intervención comunitaria de Ediren
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