Artículo publicado en el Boletín Gizaberri Boletina (número 74), de marzo de 2019, del GHEE-CEESPV Gizarte Hezitzaileen Euskadiko Elkargoa- Colegio de Educadoras y Educadores Sociales del País Vasco.
El perfil de las personas usuarias de los recursos sociales, como son centros de día o residencias, ha cambiado en los últimos años. Las problemáticas que presentan estas personas se han diversificado en cuanto a cultura y origen, patrones de consumos o adicciones, patologías que presentan, así como grado de daño físico y mental que sufren. Con frecuencia se atienden casos de personas con largos itinerarios en diferentes recursos con procesos de reinserción fallidos y con severos grados de deterioro físico y mental.
Estamos asistiendo a lo que podríamos llamar la “reconversión” de la baja exigencia en los servicios sociales. Con el ánimo de ser cada vez más inclusivos y ampliar las coberturas a todos los sectores de la población, los criterios de admisión en los diferentes recursos se han flexibilizado, bajando su nivel de exigencia. Todo ello supone un importante reto para las y los profesionales que trabajan en este tipo de recursos de baja exigencia y alta intensidad. Conviven de forma muy estrecha, 24 horas al día y 7 días a la semana con personas con grandes dificultades de adaptación a la vida en común y a las actividades socio-educativas. Educadoras y educadores sienten, con cierta frustración, como su rol profesional se desplaza hacia un papel más asistencial que educativo. La relación entre la persona profesional y la usuaria se resiente y resulta un terreno abonado para que surjan conflictos y enfrentamientos que pueden derivar en conductas violentas con más frecuencia de la deseable. Esto supone un fuerte desgaste en las personas profesionales que ven con impotencia cómo su salud física y mental se resiente. ¿Está cambiando el modelo de intervención? ¿Con qué herramientas cuentan las personas profesionales para enfrentar estos retos y no quemarse o enfermar?
El Negociado de Drogodependencias del Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao viene organizando desde hace ya 13 años unos cursos de formación, impartidos por Ediren cooperativa de salud-osasun kooperatiba, dirigidos a las y los profesionales que trabajan en estos recursos para proporcionar estas herramientas y poder ser más eficaces pagando menos costes.
Estos cursos se basan en la lectura de la dinámica relacional p. profesional- p. usuaria que se establece dentro de estos recursos. Se considera que el vínculo emocional interpersonal es la herramienta de trabajo más importante. Sea en un contexto más educativo o más asistencial es la estrecha relación interpersonal que se establece lo que va a determinar en mayor medida la efectividad de la intervención. Especialmente en los contextos de baja exigencia es más importante cómo hacemos las cosas que lo que hacemos en sí. Importa más el cómo que el qué hagamos. Ya sea cocinando o realizando un taller, las personas usuarias colocan a las y los profesionales en un determinado lugar emocional y depositan en ellas y ellos unas expectativas de relación, a esto llamamos Transferencia. Parece que hago de madre, o de policía, o de colega, o de chacha, suelen decir las y los profesionales en los cursos. Si la persona usuaria me coloca en un lugar de madre, espera de mí un tipo de relación diferente que si me coloca en el lugar de policía. Estas depositaciones que hacen las personas usuarias sobre las y los profesionales generan unas respuestas emocionales en ellas y ellos congruentes con esos lugares que llamamos Contratransferencia. Estos conceptos que se vienen aplicando en campo clínico de la psicoterapia desde hace muchos años son perfectamente extrapolables a las intervenciones socio-educativas en los contextos que estamos hablando, ya que los vínculos interpersonales que se establecen son mucho más estrechos y conflictivos en el campo socio-educativo que en el campo terapéutico.
Educadoras y educadores se preguntan ¿hasta dónde debo implicarme emocionalmente con las personas usuarias? Con muchas de ellas mantienen relaciones de convivencia en situaciones difíciles desde hace décadas y la implicación emocional es inevitable. Si me implico mucho, me daño y me quemo, y si mantengo las distancias me deshumanizo y pierdo la capacidad de influir en ellas y ellos. ¿Dónde está la distancia adecuada, lo que se suele llamar distancia operativa? ¿Cómo gestiono las fuertes emociones de todo signo que siento hacia ellos y ellas? ¿Soy poco profesional si no puedo controlar estas emociones?
Con frecuencia vemos que las y los profesionales noveles se implican mucho; con frecuencia se queman y con el tiempo desarrollan el callo emocional, es decir un escudo o coraza protectora basada en la resignación y la capacidad de aguante. En los cursos mencionados enseñamos qué es la lectura de la Transferencia y la Contratransferencia; la herramienta que nos permite implicarnos y no dañarnos. Frente a la gestión de las emociones, más vale maña que fuerza; no es una cuestión de autocontrol o de aguante sino de aprender a entender el lugar en que me colocan las personas usuarias y que yo asumo sin darme cuenta, muchas veces condicionado por un rol asignado desde los social e institucional.
Lo que proponemos no es tarea fácil, requiere de un alto nivel de implicación personal y de espacios de formación y de supervisión que exigen una importante inversión de tiempo, siempre escaso. Los planos profesionales y personales se mezclan estrechamente. Sin embargo, entendemos que esta intensa implicación se da ya en la actividad diaria de los recursos pero los y las profesionales la están manejando “a pelo”, sin ningún tipo de ayuda externa. Cuando se aprende a realizar estas lecturas, la tarea de trabajar en los recursos de baja exigencia genera menos desgaste o quemazón y produce una importante fuente de auto-conocimiento y de crecimiento personal y profesional. Por los cursos pasan todos los años grandes personas y grandes profesionales que se dedican todos los días a ello aunque pasen desapercibidos.
Enrique Saracho, psiquiatra, psicodramatista, director técnico de Ediren
Vitoria-Gasteiz, 15.03.19.
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