Día Mundial de la Salud Mental
Te invitamos a escuchar esta entrevista a la psicóloga y psicodramatista de Ediren, Idoia Madarieta,en el programa «Suelta la Olla» de Hala Bedi:
Miedos, preocupaciones, angustia, depresión, ansiedad, fobia, …; enfermedad mental, trastorno mental, …; psicoterapia, psiquiatra, psicóloga, medicación …
Aún hoy en día cuesta hablar de salud mental en general; y más aún de dotarle de la relevancia que tiene en el sentimiento de bienestar mental y emocional de cada persona para poder enfrentarse a las situaciones problemáticas y estresantes de la vida. Si la salud mental está estigmatizada, el suicidio es un tema tabú. Y es que cuando los datos de la Oganización Mundial de la Salud (OMS) dicen que anualmente provoca la muerte de 800.000 personas en todo el mundo significa que hay algo que no se está haciendo bien. Sabemos que detrás de cada cifra hay personas y familias que viven/sufren la tragedia del suicidio.
Una manera de hacernos cargo de la responsabilidad que nos corresponde como cooperativa de salud, y coincidiendo con el Día Mundial de la Salud Mental, es visibilizar y hablar del suicidio, ya que “aquello de lo que no se habla, no existe” y en el caso del suicidio “no hablar mata”.
Romper mitos sobre el suicidio
Empezamos por romper uno de los grandes mitos sobre el suicidio:
- “Hablar de suicidio incita a que la gente lo haga, hay un efecto contagio”. Durante años ha sido una problemática silenciada, ocultada e ignorada y no se ha logrado que descienda el número de suicidios. Ocurre que la persona que contempla la posibilidad de suicidarse no se atreve a hablar por el estigma que ello supone. En cambio si dicha persona encuentra un interlocutor válido, no se sentirá tan vulnerable y podrá buscar la ayuda necesaria ante alguien que legitime su dolor y no lo juzgue.
- Desterremos el mito de que “la persona suicida está decidida a morir”. Al contrario, si entendemos que hay sentimiento de desesperanza (ya nada funciona ni tiene solución), que hay un sufrimiento vital intenso y que pensar en el suicidio o tener una ideación suicida no quiere decir que se llegue a la conducta suicida, ayuda a prevenirlo y entender a esa persona.
Algo está cambiando para bien cuando los medios de comunicación hablan de una manera adecuada y cuidada sobre el suicidio (evitando cualquier detalle morboso y siendo respetuosos con la privacidad de la familia); cuando emiten mensajes de dónde y cómo se puede pedir ayuda.
Objetivo, dejar de sufrir
El suicidio no es en todos los casos el fruto de una decisión meditada y libre, como lo puede ser la eutanasia, sino que el objetivo es dejar de sufrir. Debemos entender “el suicidio como resultado de un sufrimiento psicológico insoportable” (Edwin Shneidman). Por ello, el acceso al apoyo emocional/terapéutico en el momento propicio puede prevenir el suicidio. Aquí nos encontramos también con una responsabilidad como sociedad. Las investigaciones de Émile Durkheim nos dicen que la cohesión social puede ser un excelente factor protector. Queda explicitado que el suicidio es un problema de salud pública, que nos afecta a todas las personas; y que, además, es necesaria la implantación de programas específicos de acuerdo a una adecuada gestión emocional, acceso a tratamiento psicológico y psiquiátrico público adecuado.
Conocer los signos de advertencia
Hablar del suicidio en términos como:
- “llamadas de atención”
- “lo que quiere es manipular a su entorno”
- “si ya lo había intentado, no se podía hacer nada”…
Es ignorar el sufrimiento y necesidad de ayuda de la persona que ha intentado suicidarse. Es necesario conocer los signos de advertencia y darles la importancia que tienen porque, tras un intento, puede haber otro en un futuro si no se recibe ayuda. Pero si la intervención tanto profesional como del entorno cercano que se realiza en ese momento es la adecuada, el tratamiento puede mejorar y ayudar a entender que la situación de dificultad no será para siempre. Recomendamos fijarse en el modo en que la persona habla en cuanto a: sentirse desesperada, que no vea salida a su situación, que se sienta atrapada e incluso que verbalice sentirse una carga para las personas del entorno. Todo ello vendrá probablemente acompañado de cambios en el estado de ánimo: pérdida de interés por actividades habituales, depresión, irritabilidad, ansiedad, … En esos casos procuraremos ayudar a que se comunique y pueda poner nombre a la ideación suicida, para recurrir a la ayuda profesional especializada.
Influyen muchos factores
El suicidio es un hecho multidimensional, es decir, no hay un único aspecto concreto y aislado que lleve al acto suicida, sino que son muchos los factores implicados: puede haber o no un trastorno mental, la situación socioeconómica (desahucio, paro..), la situación familiar (desestructurada o no), etc.
Duelo muy complejo para las familias
Pero, ¿qué sucede con la familia que ha vivido el suicidio de un ser querido? Hay tres componentes que hacen que sea un duelo más complejo por circunstancias que no concurren en otros fallecimientos: “la culpa, la soledad y el juicio social” (Cristina Blanco). Según los expertos, el trauma por el suicidio de un ser querido se asemeja al de los supervivientes de un campo de concentración. El sentimiento de culpa es terriblemente paralizante y dañina ¿por qué no me di cuenta? ¿qué hice o no hice?… Entender que la situación de sufrimiento que vivía la persona fallecida es la que le llevó a quitarse la vida, como única opción para dejar de sufrir, es lo que desculpabiliza a la familia.
Dolor legítimo
Al ser el suicidio, como ya hemos comentado, un tema del que no se habla, es tabú, la familia lo vive en soledad porque las personas del entorno (y la sociedad en general) lo sienten como un estigma. Cuando una persona muere de otra manera, que no sea el suicidio, se sigue hablando de la persona fallecida; pero de la persona fallecida por suicidio no se habla o se hace desde los prejuicios que no ayudan en el proceso de duelo. Incluso las propias familias necesitan de su propio ritmo para hablar de la persona fallecida por suicidio. Por ello es necesario también recordar cómo ha vivido esa persona, los momentos compartidos junto a ella, y no sólo recordarle por el suicidio. Lo que los familiares suelen pedir es que se les escuche, sin juicios, porque no se debe juzgar aquello que no se conoce; que se esté ahí siendo capaces de soportar la tristeza del duelo del familiar sin dar “consejitos” porque el dolor que siente es legítimo y hay que darle un lugar.
Si una persona intenta suicidarse, lo hace por desesperanza y un nivel de sufrimiento insoportable; no quiere morir, sino que quiere dejar de sufrir. Y es un problema de salud pública y social no poner recursos ante dicho sufrimiento. Cualquier suicidio es una tragedia humana y un fracaso como sociedad reconociendo que es una utopía llegar a una tasa de suicidio cero.
Si necesitas ayuda:
- SOS Deiak: 112
- Teléfono de la esperanza: 717 003 717
- Consejo Sanitario-Osakidetza: 900 20 30 50
- Asociaciones para ayudar a personas afectadas por un suicidio cercano:
- AIDATU (Euskal Suizidiologia Elkartea/Asociación Vasca de Suicidiología).
- BIZIRAUN (Maite dugun norbaiten suizidioak mindutako pertsonen elkartea/Asociación de personas afectadas por el suicidio de un ser querido. Euskadi).
- BESARKADA (Asociación de personas afectadas por el suicidio de un ser querido. Navarra).
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