Gestionar los duelos es complicado y mucho más todavía en el caso de niños/as y adolescentes. Nadie nos ha ensañado a hacerlo. Sin embargo tenemos que hacer frente a ellos todos los días. En la vida estamos realizando despedidas continuamente, por ello es muy importante aprender a gestionarlas.
En este sentido es fundamental distinguir «los duelos con D mayúscula» y «los duelos con d minúscula». Y es que los duelos no son sólo la pérdida de los seres queridos (los de D mayúscula), sino también hacen referencia a las perdidas que tenemos que afrontar en el día-día, es decir, a aquello que vamos dejando atrás (los de d minúscula). Estos últimos empiezan desde la despedida de la “panpiña” de la infancia, el duelo por dejar el chupete, el biberón y el pañal hasta, más adelante, el duelo por dejar a los padres en casa para salir con los amigos.
He aquí la importancia de despedirse, de hablar de las pérdidas y de lo sucedido. No hay que esconderlo puesto que esto es lo que realmente genera más ansiedad. Estos duelos, tanto los de D mayúscula, como los de d minúscula, se tienen que realizar por ambas partes, es decir, por parte de los adultos y por parte de los más pequeños o jóvenes de casa.
Muchas veces los adultos proyectamos en los niños o jóvenes nuestras propias ansiedades; “sufrimos las pérdidas” y queremos “librar” a los más pequeños de este sufrimiento. Ocultando lo sucedido tenemos la sensación de “protegerlos”, pero sin embargo, tenemos que ser los adultos quienes tenemos que ayudar a los más pequeños a poner nombre al duelo y a la ambivalencia que esto genera. Por ejemplo, a veces, da tanto placer dar el biberón a los hijos que los adultos mismos somos los que retrasamos sin querer la despedida que el menor tendría que hacer frente a esta situación, y que además le permitiría seguir creciendo.
Por lo tanto, cuando llegue el momento es importante hablar con los más pequeños. Por ejemplo, sería adecuado poder comentar que los aitites están enfermos, o que en la familia hay una persona que está sufriendo una enfermedad grave. Hay que prepararlos para que sepan lo que puede suceder.
Los adultos tenemos que entender que los más pequeños son capaces de gestionar las despedidas, de cerrar una puerta para abrir otra y que esto es indispensable para que puedan crecer. En esto, somos los adultos los que tenemos que ayudarles.
Es importante poder entender que no sólo hay una manera correcta o ideal de elaborar los duelos, sino que hay muchas. Lo hacemos como podemos pero, simplemente hablándolo, ya está bien hecho.
Eneko Polledo e Irati Sellés, psicólogos terapeutas infanto-juveniles de EDIREN
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