Miedo a no formar parte
En los últimos años, el término FOMO ha ganado terreno en las conversaciones del día a día. FOMO, proviene del inglés «Fear of Missing Out» y se refiere al miedo a perderse algo y no formar parte. Aunque este fenómeno no es nuevo, ha adquirido una intensidad mayor en la sociedad actual debido a las características de nuestra vida digitalizada e hiperconectada. Las redes sociales amplifican el fenómeno, ya que nos exponen constantemente a lo que otros están haciendo, comiendo, comprando o experimentando. Esto puede hacernos sentir que estamos «quedándonos atrás» en comparación con los demás.
Deseos que genera la sociedad
Nuestra sociedad funciona generando toda una serie de deseos, invitando a participar en eventos y a realizar unas actividades que encajan perfectamente en el modelo consumista en el que vivimos. De esta manera, estos deseos y actividades son los que la sociedad considera “adecuados”, por lo que nos bombardea con mensajes como “tienes que vivirlo”, “no puedes perdértelo” o “vive tu vida al máximo”.
En una actualidad, donde la comunicación es instantánea y las redes sociales permiten compartir momentos al instante, el FOMO se alimenta de la constante comparación. Instagram, TikTok, y otras plataformas funcionan como escaparate de vidas aparentemente perfectas y llenas de momentos destacados. Al ver estas imágenes de la vida ajena, es fácil caer en la trampa de pensar que nuestras propias experiencias no son lo suficientemente emocionantes o significativas.
Una competición continua
Por otro lado, el FOMO está relacionado con el deseo de pertenencia. El ser humano es un ser social por naturaleza. La necesidad de ser aceptado y estar en sintonía con el grupo sigue siendo algo estructural del funcionamiento humano. Sin embargo, en la era de las redes sociales, la pertenencia se ha transformado en una competición continua por mostrar lo mejor de nosotros mismos. Todo ello alimenta la inseguridad y la presión por estar a la altura de los cánones o estándares que otros presentan. Las redes sociales amplifican esta necesidad de aprobación, creando un círculo vicioso en el que la persona se siente constantemente insatisfecha o como si estuviera fallando en la «competencia» social.
Es evidente que la presión por llegar a los ideales promovidos en las redes sociales puede ser abrumadora, llevando a una confusión sobre lo que realmente se desea y quién se quiere ser. Esta confusión identitaria es particularmente peligrosa en la adolescencia y la juventud temprana, etapas críticas para el desarrollo del autoconcepto.
Explorar su identidad
Frente a este desafío, es importante fomentar estrategias de afrontamiento saludables y promover la reflexión personal. Las personas jóvenes necesitan espacios seguros para explorar su identidad.
La tecnología y las redes sociales van a estar presentes y van a formar parte del proceso de crecimiento de las personas más jóvenes. No se trata de demonizar el uso de la tecnología, sino de asegurar que también cuenten con otros espacios diferentes, lejos de las influencias de las redes sociales, donde se pueda fomentar la capacidad crítica, la introspección y el diálogo abierto con interlocutores válidos sobre sus inquietudes, deseos, necesidades …
Todo ello es de gran ayuda para:
- identificar esas presiones externas
- desmitificar la necesidad de seguir siempre la corriente
- animar a las personas jóvenes a tomar sus propias decisiones en cuanto a sus proyectos vitales.
Fdo. Irati Sellés, psicóloga
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