Tras un año duro de trabajo, llegan las ansiadas vacaciones de verano. Unos cuantos días seguidos para, por fin, desconectar y, a su vez, disfrutar de distintas actividades junto a las personas que queremos, parar y descansar cuerpo y mente. Sin embargo, no todas las personas desean con tantas ganas dicho parón. La realidad es que, para una parte de la población, el periodo vacacional puede llegar a ser una nueva fuente de estrés.
Según el último informe de Infojobs sobre “desconexión digital” (2024), el 59% de las personas trabajadoras del estado declara no desconectar de manera digital durante su periodo de descanso, ya que, siguen activos respondiendo correos electrónicos y atendiendo llamadas de trabajo. Cabe mencionar que dicha cifra ha descendido en comparación con los años anteriores: 62 % en 2023, 64 % en 2022 y 74 % en 2021.
¿De qué manera afecta el estrés vacacional?
Las personas que no desconectan en vacaciones pueden sufrir ansiedad y estrés durante el periodo de descanso, afectando a distintos niveles:
- A nivel cognitivo, pueden aparecer dificultades de atención, concentración y memoria.
- A su vez, pueden aumentar los problemas para dormir y descansar, generando mayor cansancio, falta de energía, desmotivación e incluso sintomatología relacionada con bajo estado de ánimo.
- Además, a nivel emocional, también puede producir mayor irritabilidad aumentando los enfados por cualquier cosa. Todo ello influyendo al mismo tiempo en el entorno familiar o de amigos.
Dicho estrés vacacional, es común en personas hiperexigentes acostumbradas al “tengo que hacer” que incluso, erróneamente, se consideran imprescindibles en su trabajo.
Aceptar imprevistos
Por otra parte, desde un exceso de perfeccionismo y obsesión por controlarlo todo, tener demasiados planes también puede llegar a generar estrés. Para estas personas, la costumbre de estar prácticamente todo el día trabajando o distraídas en distintas actividades del día a día, hace casi imposible frenar y disfrutar de los planes improvisados, de la espontaneidad e incluso del no hacer prácticamente nada si no solo “estar”. Para estas personas, es una forma de mantener la sensación de estar ocupadas y «no perder el tiempo». Además, qué decir, ¿cuándo de repente estamos las 24 horas del día con la familia? Puede que estas personas, con el desenfreno del día a día, manifiesten dificultades a la hora de disfrutar y “estar” con sus hijos e hijas e incluso con la pareja.
Todo ello, el no poder o incluso no querer parar, cobra una factura en la salud de la persona tanto física como emocionalmente. Puede ser un mecanismo de defensa y protección del mundo emocional, ya que, tras un largo tiempo sin permitirse parar y escuchar a sí mismo, puede surgir un tsunami emocional que puede llegar a dar miedo. Aunque la realidad es que tarde o temprano, de una manera u otra, nuestro cuerpo nos enviará señales cada vez más intensas diciéndonos que no estamos bien. Por ello, para nuestra salud mental, es necesario permitirse bajar el ritmo del día a día y desconectar, para así poder descansar y dedicarnos un rato a nosotros/as mismos/as, es decir, a cuidarnos.
Claves para descansar y disfrutar
- Desconectar digitalmente. Descansar es necesario para poder seguir siendo productivos.
- Bajar el ritmo de trabajo antes del periodo vacacional.
- Permitir ser más flexibles con los planes e incluso disfrutar de la espontaneidad. El exceso de planes, y así tener el tiempo ocupado, bloquea el mundo emocional y no nos permite crecer.
- Implicarse en las actividades que realmente nos gustan. No hacer actividades solo por evitar preocupaciones o malestares.
- Realizar ejercicio o actividades de movimiento físico y, a su vez, permitirse pequeños ratos de descanso.
- Reservar un momento por pequeño que sea para una/o misma/o como una manera de autocuidarse.
Fdo. Alaia Ozerinjauregi, psicóloga, psicoterapeuta de familia y pareja.
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