Con motivo del 25N, día contra la violencia machista, es importante centrar la mirada en nuestra adolescencia y juventud.
Antes de nada, es importante contextualizar la violencia de género en la sociedad en la que vivimos. Maltrato en la pareja, violaciones, asesinatos… todo el mundo tiene claro que esto sí es violencia de género. Diríamos que es la expresión máxima de la violencia; sin embargo, no es más que la punta del iceberg. En la base radican todas las desigualdades que vivimos, simplemente por el hecho de ser mujeres: sentencias como la de “La manada” que desacreditan un testimonio de una violación, trabajos feminizados que son precarizados, la brecha salarial existente entre hombres y mujeres, el ideal del amor romántico, estereotipos y roles marcados en la publicidad, mensajes de canciones machistas,… todo esto también es violencia de genero. Cualquier situación en la que la mujer juega en desventaja por el mero hecho de serlo, es violencia de género.
Dicho esto, nos centramos en la juventud. Y es que los y las adolescentes son muy conscientes de la desigualdad que existe entre hombres y mujeres, mucho más de lo que lo éramos antes. Saben perfectamente lo que es la igualdad y lo que no lo es. Todas tenemos claro que lo primero para erradicar la violencia es detectarla. Y en esto ha habido un gran avance, aunque todavía queda mucho por hacer… Estamos en un momento de transición; el discurso hoy es feminista, la sociedad está por la igualdad, pero sin embargo, nuestras prácticas y las de nuestras/os adolescentes, siguen perpetuando roles y estereotipos machistas. Y es que el machismo es algo estructural, que cala sin darnos cuenta, que lleva siglos siendo así.
En este sentido, la juventud de hoy representa las primeras generaciones que coexisten y se educan conviviendo con redes sociales (nativos digitales). Las redes sociales premian lo inmediato, sin espacio para la reflexión, no existe privacidad ni intimidad y por si todo esto fuese poco, respaldadas por el anonimato. Nuestra juventud está permanentemente conectada, muestra su vida privada a todo el mundo y potencia perfiles virtuales como escaparate de su identidad. A través de las nuevas tecnologías se reproducen roles y estereotipos muy marcados, dando pie al acoso (stalking), chantaje (sexting), control…
La adolescencia es una etapa llena de cambios en la que los/as jóvenes construyen su identidad; son más vulnerables y más propensas a situaciones de riesgo. Necesitan la autoafirmación y aceptación del grupo de iguales más qué nunca.
El cambio hacia la igualdad es estructural. Esto requiere de tiempo y estrategias en prevención. Se precisan modelos nuevos de masculinidad, reinventarnos nuevos roles, crear personas autónomas y críticas con la sociedad que nos rodea. Ir resolviendo contradicciones, fomentar el cuidado y autocuidado, valorar la intimidad y la privacidad.
Conscientes de esta problemática social, tanto en nuestra tarea clínica como en los programas que desarrollamos en institutos, formaciones o escuelas de madres/padres, en Ediren trabajamos desde un enfoque de género porque no vemos la salud, la construcción de la identidad individual o colectiva de otra manera.
Haizea Marijuan, psicóloga, psicodramatista de Ediren
Escúchale en esta entrevista en Radio Vitoria.
Deja una respuesta