Siempre hemos escuchado que los niños y las niñas tienen que jugar, que los juegos infantiles tienen un gran valor. Pero ¿por qué?
El niño o la niña aprende a relacionarse con los otros, entiende e interioriza el mundo que le rodea a través del juego. Es por ello que debemos entender el juego como un aspecto fundamental de desarrollo infantil; lo que requiere tiempo y dedicación por parte de la persona adulta, sobre todo en la primera infancia.
La forma que tengo de desenvolverme en el mundo estará directamente relacionada con cómo, cuándo, cuánto, a qué y con quién jugué en mi infancia. Es por ello que, a través del juego, el niño o la niña asentará las bases de sus capacidades y habilidades que más adelante pondrá en práctica en su vida adulta.
¿Qué tipo de juego es más adecuado?
Otro de los aspectos que tenemos que tener en cuenta es el tipo de juego que necesita o es más adecuado para cada niña o niño, en función de sus necesidades evolutivas. No debemos olvidar que, además de ser una actividad lúdica, con el juego vamos a estimular distintas áreas como:
- el desarrollo cognitivo (intelectual)
- el afectivo (emocional)
- y la psicomotricidad (movimiento corporal)
Dependiendo de cada etapa del niño o niña el juego es distinto:
- Entre 0 y 2 años, el o la bebé descubre el mundo a través de lo sensorial. El juego se basará en manipular objetos, construir vs destruir, ruidos, olores…
- Entre 2 y 6 años, hablaríamos del juego simbólico, crear historias, cambiar de personajes “jugar a que eres…”. Todo ello fomenta la creatividad y la imaginación. Además de la notable estimulación del lenguaje.
- De 6 años en adelante, hablaríamos de los juegos con iguales, juegos en los que entra la otra persona, las normas, juegos de mesa, entender la función que tienes en la partida…
La importancia del juego colectivo
Es en este momento cuando el juego colectivo comienza a tener gran importancia. Además de fortalecer vínculos, en función de cómo gestione el juego competitivo y el juego cooperativo el niño/a estará conectado con la autoestima y, consecuentemente, con la manera en la que se va creando su identidad. Es por ello que cuando hablamos de que las/os peques tienen que jugar, no hacemos referencia únicamente al juego en sí, sino a todo lo que ello implica:
- a descubrir en qué aspectos soy más habilidoso/a y en cuáles no
- a conocer y aceptar mis virtudes y debilidades
- a identificar y decidir cuándo estoy dispuesta/o entrar en competición
- a saber de qué manera puedo frustrarme cuando no alcanzo el objetivo y pierdo… Saber perder es todo un arte.
El juego libre fomenta la creatividad
En definitiva, jugar no es solo jugar. Cuando hablamos de juego colectivo fomentamos las habilidades sociales. El juego libre nos hablará de la creatividad y la imaginación del niño o la niña. El juego que se hace en la calle estimula la capacidad de improvisar… Por otro lado, en la actualidad nos encontramos con juegos más individualistas. Nos referimos a las pantallas y/o videojuegos. Aunque es cierto que algunos de estos juegos requieren de otras personas, en una gran parte de ellos mucho de lo descrito anteriormente que no se fomentará. Por ejemplo, el intentar solucionar un conflicto con otro compañero/a en el día a día requiere de unas habilidades que a través de una pantalla será difícil adquirirlas, y por lo tanto tampoco se podrán poner en práctica
Con todo esto no queremos afirmar que un tipo de juego sea mejor que el otro. Queremos dejar constancia de que es muy importante tener en cuenta las necesidades evolutivas y el momento vital en el que se encuentre cada niño o la niña. Dependiendo de estos momentos, el/la peque podrá mostrar preferencia por un tipo de juego u otro. Las personas adultas debemos ser las encargadas de proporcionar, gestionar y supervisar el juego para garantizar el mejor de los escenarios para su desarrollo.
Si te interesa el tema escucha a Maitane Centeno, psicóloga de Ediren.
Deja una respuesta