Cada vez hay más salones de juego en Vitoria-Gasteiz. El fácil acceso de nuestros jóvenes y menores a los mismos ha generado una gran alarma social. Y es que el incremento de este negocio es un factor de riesgo para el posible desarrollo de la adicción al juego. Escuchamos la palabra “apuestas”o “juego” y directamente pensamos en jóvenes y adolescentes; pero, ¿son tantas las conductas de riesgo de menores y adolescentes con respecto al juego? En este sentido, ¿podemos afirmar que todas las personas que juegan desarrollan una adicción?
La respuesta es no; no todas las personas que juegan desarrollan una adicción, por lo tanto, es importante prestar atención a los factores de riesgo y a los factores de protección, ya que incidir en estos últimos es una forma de prevenir.
A la hora de hablar de los factores de riesgo, tendríamos que hacer referencia a varias cuestiones: a la accesibilidad, a una personalidad vulnerable y a una situación problemática. En el caso de las apuestas, la accesibilidad juega un papel importante ya que, como se ha mencionado, los salones de juego han proliferado. Por si esto fuera poco, ya no hace falta salir de casa para tener que apostar; Internet ha supuesto un gran cambio en este sentido y ha colocado este tipo de prácticas al alcance de todo el mundo a «un click».
Por otro lado, no se puede obviar que la adolescencia es una etapa de riesgo y que los/las adolescentes llevan de serie la personalidad vulnerable. Es una edad intensa, de cambios, de extremos y de mucha intensidad emocional. Por último, mencionar que tener que hacer frente a una situación problemática, como es lógico se considera otro de los posibles factores de riesgo.
Por lo tanto, ¿qué podemos hacer las personas adultas para prevenir la adicción? No hay duda de que una de las principales medidas es limitar el acceso, y esto es labor nuestra, de padres/madres, educadores/as, tutores/as…. Sin embargo, con dificultar el acceso no es suficiente. Podríamos decir que, más que adoptar una medida de control en mayor o menor grado, es importante argumentar con ellos y ellas. Nuestra labor debe estar encaminada a ayudarles a que puedan pensar y reflexionar sobre el coste que esa acción tiene sobre sus vidas. Intentar que lleguen a comprender «todo lo que se están perdiendo», en cuanto al dinero que «gastan», el tiempo que emplean, cómo se resienten sus relaciones sociales, entre otras muchas cosas.
Como conclusión, para todo ello es importante ayudar a jóvenes y adolescentes a que desarrollen factores de protección como: la capacidad crítica, la capacidad para retrasar el deseo y habilidades para hacer frente a los problemas.
Irati Sellés, psicóloga
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