Recientemente se ha celebrado el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, incluido el Ciberacoso. De este modo, se reconoce que la violencia en el entorno escolar bajo todas sus formas atenta contra los derechos de la población infantil y adolescente, su salud y su bienestar.
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de acoso escolar? ¿Cómo diferenciamos lo que es acoso de lo que no lo es? ¿Cómo podemos detectarlo? ¿Qué síntomas o indicadores nos deben alertar ante un caso de violencia? ¿Qué secuelas psicológicas puede ocasionar en el o la menor? ¿Cómo se puede prevenir? …
¿Qué consecuencias psicológicas puede provocar el acoso escolar?
Ante este tema nos invaden muchísimas preguntas, dudas, miedos… Desde luego, es una cuestión que no nos deja indiferentes; como madres y padres nos preocupa que nuestros hijos e hijas puedan sufrir una situación de acoso y todo lo que ello conlleva a nivel emocional. Una situación de acoso escolar puede tener a nivel psicológico y emocional consecuencias que van a necesitar de ayuda profesional; especialmente si es prolongada en el tiempo, ya que se generan heridas en la autoestima y en el autoconcepto que es necesario reparar y reestructurar para que el o la menor pueda seguir desarrollándose de una manera saludable. Además, se generan sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza, incomprensión de la situación, indefensión, inferioridad y sumisión.
¿Qué indicadores nos pueden dar la voz de alarma?
Existen algunas señales o indicadores que nos pueden poner sobre aviso de que algo le está sucediendo a nuestro hijo o hija; por ejemplo, si vemos que se aísla o no se relaciona como antes; si presenta somatizaciones como dolor de tripa o de cabeza; si pone excusas o no quiere ir al colegio… Cuando percibimos estos cambios en su actitud, debemos pensar que algo le pasa, y seguir indagando. Puede que algo le esté pasando en el colegio, con las amistades … Lo que está claro es que algo le preocupa y lo expresa de esta manera. Por ello, debemos ponernos manos a la obra para saber qué le está ocurriendo, qué le está ocasionando este malestar o qué no está pudiendo gestionar.
Hay que diferenciar entre lo que es y lo que no es acoso
Ahora bien, en ciertos momentos desde la sobreprotección, tendemos a patologizar y a meter «todo en el mismo saco», calificando como acoso escolar algo que no lo es. Para que se califique como acoso, las conductas de maltrato físico, verbal o psicológico tienen que producirse de una manera reiterada a lo largo del tiempo. Es importante diferenciarlo y no confundirlo con un hecho aislado o un conflicto puntual. Hay que tener en cuenta que no siempre todos los casos que aparentemente parecen de acoso lo son, ni todos los casos en los que los y las menores lo están sufriendo están detectados; en estos casos, suele haber dificultades para que lo expresen cuando les ocurre por miedo, vergüenza o culpa.
En términos generales, que exista un conflicto entre iguales no significa necesariamente que estemos ante una situación de acoso. Conflictos entre iguales ha habido, hay y habrá siempre; de hecho, tiene que haberlos. Nuestros hijos e hijas tienen que aprender a gestionar y solucionar las situaciones conflictivas, tienen que desarrollar herramientas y estrategias para poder hacer frente a situaciones complicadas, que todos y todas vamos a tener a lo largo de nuestra vida. Por ello, es importante educar en la autonomía, en la adquisición de valores de respeto y empatía, capacidad para poner límites, para tomar decisiones e ir dotándoles de herramientas para que puedan ir solucionando pequeños conflictos desde que son pequeños y pequeñas.
Coordinación de todos los agentes implicados
Si creemos que nuestro hijo o nuestra hija está viviendo una situación de acoso escolar es fundamental apoyarnos en el centro educativo, ir todos a una para ayudar al o la menor, para poner remedio y ayudarle a salir de esta situación emocionalmente tan difícil de gestionar. Desde el centro educativo nos pueden ofrecer directrices y orientaciones para saber qué hacer en una situación similar. Existen protocolos para detectar y actuar ante una situación de acoso, tanto para trabajar con la persona acosada como con la acosadora o acosadoras. Lo importante es prevenir este tipo de situaciones y que haya coordinación de todas las personas que rodean al o la menor, tanto desde el entorno familiar como escolar, así como profesional.
Escucha a Beatriz Fernández Corres, psicóloga, terapeuta psicomotriz, en este audio:
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