Cada persona en España gasta de media 66,16 euros en la lotería de Navidad según la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), cifra que va en aumento si comparamos con años anteriores. La probabilidad de que a uno/a le toque es mínima; es aquí donde nos preguntamos el porqué del éxito de este juego de azar y aquí nos vamos a parar a reflexionar.
¿Qué es lo que estamos comprando realmente?
Durante esos días, entre los días que compra el boleto y la celebración del sorteo, la persona fantasea…; imagina cómo sería si le tocase y disfruta con ello, sintiendo una satisfacción alucinatoria del deseo. «Solamente fantaseando estoy disfrutando», son las expectativas que se tienen; el momento anticipatorio a la satisfacción del deseo es más placentero que la propia realización del deseo. Lo que se compra realmente es el disfrute que se tienen esos días cuando imaginas que te tocará, entonces no me importará tanto si no me toca, ya que he obtenido la recompensa.
Todas/os tenemos esa capacidad de visualizar, de fantasear, de imaginar nuestros deseos… Entonces la pregunta que nos tendríamos que hacer es por qué no tenemos esa capacidad de visualizar en nuestro día a día y lo ponemos todo en la lotería o cosas que vienen de fuera. Nos marcamos propósitos a largo plazo y de gran magnitud, estamos pensando qué quiero mejorar el año que viene en vez de qué es lo que quiero mejorar mañana. Cuando ponemos todo en la lotería, no estamos trabajando para el mañana; cuando nos decimos voy a adelgazar 10 kg este año, estamos trabajando a largo plazo. Sin embargo, cuando nos ponemos a trabajar en el mañana, en las oportunidades del día a día, nos hacemos protagonistas de nuestra vida y ya no esperamos que el éxito venga de fuera.
Se trata de plantearnos unas metas de una magnitud asequible a nuestra realidad y acortar el plazo, cambiando el qué quiero mejorar el año que viene por el qué quiero mejorar mañana. Otro de las cosas que tenemos que tener en cuenta es la confianza, la confianza en que uno puede conseguir lo que se propone, aunque a veces no salga bien, siendo persistentes con aquello que se quiere conseguir. Aquí diferenciamos la confianza del optimismo, ya que este último está relacionado con que las cosas van a pasar por que sí, sin trabajar en ellas.
Lo importante es darnos cuenta de que tenemos esa capacidad de visualizar aunque no compres la lotería. Depende de que nos demos cuenta de que somos protagonistas de construir nuestro futuro, lo que haga hoy es lo que va a cambiar el mañana, volver a dar valor al éxito diario y al éxito conseguido con esfuerzo.
Estíbaliz Oregui, psicóloga, psicoterapeuta de pareja y familia de Ediren
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