Lo que acabamos de vivir es algo sin precedentes, nos ha pillado por sorpresa y ha sido algo muy generalizado. Es cierto que algunas personas lo han vivido de más cerca que otras. Pero, al fin y al cabo, el hecho de ver las noticias todos los días va generando un clima que intimida y que provoca también cierta sensación de vulnerabilidad. Al mismo tiempo, hace perder esa sensación de confianza y de tranquilidad y eso afecta en la forma en la que salimos a la calle, nos relacionamos, etc. En definitiva, aunque el virus se vaya, el miedo se queda. Y aunque el riesgo disminuya, el miedo no.
Por lo tanto, ¿cómo gestionamos el miedo? ¿Cuáles son las claves para esta gestión del miedo? Sabemos que el virus está ahí y todas las personas tenemos miedo al contagio; sin embargo, cada cual lo vive y lo gestiona de forma diferente. A lo largo de este tiempo hemos podido comprobar cómo hay personas que lo niegan, “esto que ha pasado no es para tanto”, “a mí no me va a pasar”. Es decir, como es algo que yo no puedo controlar, entonces lo rechazo y niego el miedo. Por otro lado, hay personas que no se pueden quitar el miedo de la cabeza y ello les condiciona y les paraliza.
Bien, y entonces, ¿cómo lo hacemos? De alguna forma tenemos que bandearnos con el miedo. Una de las claves más importantes es poder darle libertad al miedo y tener la capacidad de hablar del miedo que tengo. Es decir, no tenemos que luchar contra el miedo sino aprender a vivir con él. Si yo no me permito tener miedo, lucho contra él y, por lo tanto, estoy en constante pelea. De esta forma, vivo el miedo como mi enemigo y sentir miedo me hace sentirme incapaz, haciendo del miedo prueba de mi incapacidad. Por eso, es muy importante aceptar el miedo, entendiendo que el miedo no es prueba de debilidad. No es más valiente quien menos miedo tiene, sino quien lo acepta, lo sabe gestionar y aprende a vivir con él. Expresando el miedo cambiamos el “no puedo” por el “tengo miedo”.
En esta desescalada tenemos que enfrentarnos al miedo al contagio, pero va a haber diferentes ritmos en cuanto a ir adquiriendo «la normalidad», y todos ellos son respetables; no podemos tildar de cobarde a quien tiene miedo. Tenemos que ayudarle a hablar de él y ayudarle también a traducir el «no puedo» por el «tengo miedo». Tengo miedo y no soy peor persona o más débil por ello. Poco a poco, y cada cual a su ritmo iremos superando esta situación.
Irati Sellés, psicóloga de Ediren
Escúchale en este audio en Radio Vitoria
Deja una respuesta