Con la pandemia nuestros hábitos y rutinas en el ámbito laboral, en muchos casos, han cambiado. Si el puesto y la tarea lo permite, se ha implementado el teletrabajo; de hecho incluso acaba de salir un Real Decreto-Ley que regula el trabajo a distancia. El teletrabajo nos puede abrir nuevas posibilidades y ofrecer ciertas ventajas, como puede ser la conciliación familiar-laboral en un momento determinado; pero por otro lado esta nueva situación también nos puede traer ciertos «daños colaterales»: ¿cómo ha afectado esta nueva situación a los equipos de trabajo? ¿qué ocurre con esas tensiones y fricciones que se producen en el día a día? Como ya no se comparten espacios físicos con compañeros y compañeras ¿qué ocurre con los conflictos?, ¿desaparecen?, ¿cómo se pueden gestionar?…
Somos seres sociales y estamos en grupo la mayor parte de nuestro día a día. En este momento, este hecho se está trastocando. La pandemia y el distanciamiento social están haciendo que cambiemos nuestros hábitos cotidianos. Uno de ellos es en el ámbito laboral, las personas que trabajan en los servicios “imprescindibles” y son de atención directa a las personas han cambiado sus rutinas teniendo que respetar las medidas sanitarias pero siguen trabajando en equipo, ahora más que nunca. El resto de personas trabajadoras han tenido que recurrir el teletrabajo y, por lo que estamos viendo, ha venido para quedarse por lo menos durante un tiempo largo.
El teletrabajo convive con situaciones dicotómicas y me explico, este cambio ha supuesto que los equipos acaben desmembrados y la comunicación ya no es directa: tiene que ser por teléfono, por videollamada o por cualquiera de las alternativas que se ofrecen Zoon, Duo etc.
¿Que supone este hecho?, el individualismo por encima del grupo de trabajo. En muchos casos se está diciendo que hay menos problemas de relación y menos fricciones. Este hecho puede suponer una ventaja pero nos encontramos con la otra cara de la moneda, no cabe la resolución de conflictos. Los problemas que ya existían se aparcan y no se solucionan, ahora no hay espacio para ello. Se enquistan y en muchos casos está llevando a estos equipos, cuando vuelven a estar en mismo espacio físico, a situaciones insostenibles.
Otra situación que se está viviendo es la conciliación familiar y laboral, ¡qué bien que se puede estar en casa para el cuidado de las hijas e hijos! y por otro lado ¿cómo organizamos los espacios que hasta ahora no existían y cómo organizamos los tiempos de trabajo y atención a la prole?
Las soluciones a estos problemas están siendo solventadas con mucha imaginación por parte de las personas teletrabajoras, ahora que no hay confinamiento siguen contando con las abuelas, persona de apoyo en el hogar, cambiar los horarios cuando esto es posible. Esto está suponiendo que muchas personas se hayan encontrado trabajando muchas horas y no desconectando el ordenador nunca.
El Real Decreto Ley sobre el trabajo a distancia, que ha salido recientemente, sí se ha hecho cargo de regular esta situación laboral, pero no regula la soledad, la conciliación, el trabajo en equipo… Desde mi punto de vista tenemos que poder compaginar el trabajo presencial y el virtual; que sea de calidad y que cubra las necesidades de las personas teletrabajadoras y de sus empresas, creo que este es el reto al que nos enfrentamos, entre otros muchos. Sigamos aprendiendo.
Susana Martínez Iza, educadora social y experta en dinámica de grupo.
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