¿Has oído hablar del colecho? ¿Sabes qué es?
El colecho es la práctica que promueve que los niños y las niñas duerman en la misma cama que sus progenitores. Se trata de una modalidad que también puede desarrollarse en camas ubicadas de manera contigua o en una cuna unida a la cama de la pareja.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma que “los bebés deben dormir en la misma habitación que sus progenitores hasta los seis meses de vida”. Ahora bien, ¿dónde deben dormir? ¿en la misma cama? ¿En una cuna al lado de la cama?
El colecho, un dilema
El colecho es una práctica ancestral que se ha llevado y se lleva a cabo en muchas culturas. En la nuestra, hace tiempo tenía sentido, pues la falta de espacio en las casas era habitual en las familias; pero, hoy en día, teniendo en cuenta que el número de hijos e hijas por unidad familiar ha descendido mucho, no se da esta circunstancia. Por tanto, ¿es necesario el colecho? ¿Qué ventajas o desventajas tiene? ¿Cuánto tiempo debe durar?
Desde luego, la decisión de llevarlo o no a cabo es algo muy personal de cada familia. Tan válida es una opción como otra, siempre y cuando se cubran las necesidades del o la menor y se propicie la creación de ese apego y ese vínculo fundamental para el desarrollo del niño o la niña.
La doctora María García-Onieva, secretaria de AEP (Asociación Española de Pediatría) comenta que “en toda la historia de la humanidad los niños y niñas han dormido con sus progenitores. El contacto continuo favorece el desarrollo del vínculo afectivo, el bienestar del bebé, el desarrollo neuronal y la capacidad de respuestas adecuadas ante situaciones de estrés”.
Por ello, el colecho tiene grandes beneficios en cuanto a la creación y el fortalecimiento del vínculo del bebé con sus progenitores, además de ser muy cómodo para el desarrollo de la lactancia. Asimismo, reduce el llanto del bebé en duración y frecuencia, ya que puede ser atendido más rápidamente. Se habla incluso de que esta práctica hace que el sueño del bebé y de sus progenitores se sincronice y que regula la temperatura corporal.
¿Hasta cuando hacer colecho?
Sin embargo, ¿hasta cuándo hay que prolongar esta práctica? Desde Ediren, siempre hablamos de la importancia de ayudar a crecer y favorecer la autonomía de nuestros hijos e hijas desde la primera infancia, impulsando el que los niños y las niñas vayan adquiriendo poco a poco pequeñas responsabilidades. Esto les será de gran ayuda en su desarrollo, ya que en el futuro serán personas autónomas, capaces de tomar sus propias decisiones. Y esta es una tarea que comienza desde la infancia, ayudándoles a elaborar los duelos y los desprendimientos que supone crecer, ayudándoles a gestionar sus frustraciones, acompañándoles para que sean protagonistas de su aprendizaje
Por ello, es importante que observemos a los niños y a las niñas, ya que nos irán dando muestras de que quieren empezar a hacer cosas por sí mismos; que “ya no nos necesitan tanto como antes” y que empiezan a reclamar espacios propios. Aquí es donde viene otro gran duelo, el de las personas adultas; el que tenemos que ir haciendo nosotras/os como padres y madres, que vamos viendo cómo nuestros hijos e hijas se van haciendo mayores y ya no volverán a ser tan pequeños como ahora, y eso nos da mucha pena.
Recuperar espacios de adultos
Además, no debemos olvidarnos de algo muy importante… Con la llegada de un bebé, nuestro centro de atención cambia por completo y nuestro casi 100% del tiempo está por y para él o ella. Pero a medida que van creciendo, es importante recuperar espacios de adultos, espacios de pareja e intimidad, que se ve resentida con esta nueva situación.
Está claro que existe un debate social sobre si colecho sí o colecho no. Ni siquiera los científicos se ponen de acuerdo en cuanto a esta cuestión. Sobre todo, si relacionamos el colecho con el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Los detractores de esta práctica explican que se multiplica hasta por cinco probabilidades de padecerla. En cambio en Japón, donde el colecho es la práctica habitual, la tasa de mortalidad por este síndrome está entre las más bajas del mundo.
Por ello, la AEP, en su informe Colecho, Síndrome de Muerte Súbita del Lactante y Lactancia Materna (SMSL). Recomendaciones actuales de consenso, aconseja que los niños y niñas lactantes menores de 6 meses duerman en su cuna, boca arriba y cerca de sus progenitores. Por otro lado, también apunta que la lactancia protege frente al SMSL.
Por todo esto, y, para terminar, cuando tengamos que tomar la decisión de poner en práctica o no el colecho, podemos, además de observar las necesidades del niño o la niña, reflexionar cómo nos sentimos nosotros/as con respecto a ello, si me hace sentir cómoda o incómodo, si no descanso porque me da miedo hacerle daño o si creo que el bebé va a dormir mejor… Lo importante es que cubramos sus necesidades, estemos con él/ella, que le cuidemos y le atendamos y favorezcamos su desarrollo, duerma en nuestra cama o no….
Beatriz Fernández Corres, psicóloga, sexóloga, terapeuta psicomotriz.
Escúchale en Radio Vitoria, en esta entrevista
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