La natalidad baja y seguirá bajando de forma progresiva. Poco queda ya de la época donde se tenían 5-8 hijos y se cuidaban entre madres, hermanos y en comunidad a los más pequeños. En la época de nuestras abuelas, el tener hijos era un fin en sí mismo.
Ahora, sin embargo, el crear una familia es una opción, una opción que en cierto momento de nuestra vida nos podemos plantear y que, en el mejor de los casos, elegimos.
Autonomía infantil para vivir en sociedad
Cuando nos preguntan a las madres y padres qué queremos para nuestras hijas e hijos en el futuro, normalmente hablamos de que sean buenas personas, que estén sanas y que sean seguras y niños y niñas autónomas para vivir en sociedad.
Casi nada… ¿Cómo podemos ayudarles en todo esto? ¿Cómo acompañarlos y ayudarles a crecer?
La crianza consiste en la tarea de proporcionar los cuidados necesarios a lo largo de la infancia para que niños y niñas aprendan a vivir en sociedad, establezcan relaciones, estudien, trabajen y prosperen… Por eso vamos a invertir toda nuestra energía en dotarles de herramientas para que sean personas seguras de sí mismas y autónomas; para que sean capaces de cuidarse en él afuera cuando sean adultas.
El primer año de vida
Esta persona del futuro se va fraguando y construyendo desde que es muy pequeñita, quizá desde que nace. Hemos hablado muchas veces de la importancia del primer año de vida, en el que el bebé es un ser indefenso y necesita de todos los cuidados y protección. Las necesidades básicas de la alimentación, descanso, afecto e higiene en los primeros meses serán imprescindibles para protegerle y generar una confianza básica. En estos primeros meses, el contacto físico va a favorecer el vínculo afectivo y el estilo de apego que tendrá a lo largo de su vida.
¿Qué necesita en cada momento?
Poco a poco empezaremos a sentir que sus necesidades van cambiando: empiezan a comer otro tipo de alimentos, el contacto con la madre o primera figura referente, ahora va a ser algo menor, se mueve, explora… En definitiva, sus intereses van cambiando y nosotras tenemos que ir observando y descubriendo qué es lo que en cada momento va a necesitar esa personita que va creciendo.
Salen corriendo sin mirar atrás, ¿qué hacemos? En un instante nos toca valorar la situación: si hay carreteras, no le dejaremos salir corriendo; en cambio, si estamos en el campo o en un espacio acotado, seguramente le dejemos correr y explorar, porque sabemos que no hay peligro.
Momentos de conflicto en la infancia
Este es un buen ejemplo que nos habla de la necesidad de la criatura (correr, explorar el mundo) y de la protección que le debemos ofrecer (pararle si hay algún peligro o dejarle correr si es un espacio seguro). Habrá momentos en los que la necesidad del/la menor y su seguridad irán de la mano y no nos generarán mayor conflicto. En estos momentos podremos divertirnos, disfrutar y aprender con ellos.
Sin embargo, en el día a día, habrá situaciones en las que no nos será tan fácil discriminar qué es lo que necesita y le podemos ofrecer. Habrá momentos en los que su libertad para explorar, elegir qué hacer, etc. se verá coartada, por un lado, por las exigencias del día a día (horarios, extraescolares, los ritmos frenéticos de los adultos…) y, por otro lado, porque como referentes que le cuidamos valoraremos que aquello que está demandando y pide con insistencia no es lo que necesita o lo que más le conviene. Son momentos difíciles de gestionar; sabemos qué tenemos que hacer; sin embargo, nos da pena estropear el momento. Nos genera inseguridad que se frustre, nos enfada que se enfade…
Autonomía en la infancia: Un gran reto para las familias
Este es un gran reto en el día a día de las familias. El tiempo aprieta, ¿qué hacemos? No es fácil y está claro que, si las personas adultas lo organizamos, les damos el desayuno, los vestimos, les lavamos los dientes y les hacemos la cama, acabamos antes y nos sobrará tiempo para llegar puntuales a clase.
Ahora bien, ¿les estamos ayudando a que de mayores sean personas seguras de sí mismas, capaces de cuidarse y ser autónomas?
En algún momento, nos pararemos a pensar sobre esa carrera frenética matutina y les acompañaremos a enseñarles herramientas de autonomía infantil y autocuidado. Si lo preveemos y lo cogemos con tiempo, puede ser un momento divertido, incluso; en el que recogen su desayuno (seguramente en un primer momento ensuciarán más de lo que recogen) y hacen la cama (si a eso de estirar el nórdico se le puede llamar hacer la cama). Lo importante no es que lo hagan bien como lo haría el adulto, sino que progresivamente aprendan y vaya interiorizando lo que son capaces de hacer en ese momento, por un lado; y, por otro lado, lo que en un futuro les va a venir genial para poder responsabilizarse de sus cosas.
Confianza y seguridad
Se empeñarán en hacer las cosas ellos solos, se enfadarán y se frustrarán y, una vez más, tendremos que valorar si realmente son capaces por sí solos, si necesitan ir más despacio o que les acompañemos para que vayan cogiendo confianza en sí mismos antes de saltar a la piscina. Tanto el dejarles hacer sin control como la sobreprotección van en detrimento de la confianza y seguridad que van a desarrollar en sí mismos.
Darles libertad y capacidad de decisión es muy importante para su desarrollo y autonomía, sin embargo, va a ser una libertad acotada por los referentes que son los que saben lo que necesitan sus hijas/os, sin perder de vista nunca la etapa evolutiva en la que están. Por ello, es tan importante observarles, comunicarnos con ellos e ir conociéndolos.
Las noches, por ejemplo, son un momento delicado: ¿en qué momento pasarán a dormir a su habitación? ¿Es algo que tienen que elegir ellos? Somos los adultos los que sabemos que aprender a dormir solos es saludable, para que se vean capaces de hacerlo y para poder elegir de mayores también si querrán dormir solas o acompañados.
Las personas cuidadoras van a tener que estar preparadas para todo esto y despedirse de que sus hijos/as ya no son bebés y que tienen otras necesidades. A veces vemos que los que queremos retener a esos bebés somos las personas adultas. Nos cuesta la autonomía de nuestros hijos e hijas. Va todo muy deprisa y la crianza se nos escapa de las manos ¡¡crecen tan rápido!!
Autonomía para su desarrollo
Se trata de darles libertad para elegir por supuesto, pero siempre entre varias opciones que se puedan hacer cargo y que las personas adultas sabemos que son aptas para su desarrollo y las consecuencias que pueden tener. Empiezan a elegir su ropa: es un hito importante para su autonomía, desde luego, pero tendremos que valorar nosotros previamente lo que les damos a elegir, para que no se cojan una pulmonía.
Esta autonomía, más adelante va a tener que ver también con el aprendizaje y el momento al hacer los deberes, al hacer los exámenes… Si desde pequeñitos han generado esa confianza en sí mismos de ser capaces, progresivamente se van a ir responsabilizando de sus estudios. Aunque sabemos que, en algunos momentos, hacer los deberes es costoso y muy poco atractivo.
¿Dónde está el límite?
Muchas veces en sesión, en charlas y también en el parque o en la ikastola, nos encontramos con madres y padres preocupados por no saber si lo están haciendo bien, sin saber dónde está el límite. La propia duda ya es un indicador de que lo están haciendo bien, o lo suficientemente bien como para educar a niños y niñas saludables. ¿Por qué? Porque todas las personas tenemos situaciones que nos desbordan y que nos agotan y hacemos lo que podemos; tenemos momentos de dejarles hacer y momentos de acotarles sus demandas… Lo importante va a ser poder retomar esas situaciones difíciles para valorarlas y revisarlas para, en próximos momentos, intentar funcionar de otra manera.
La crianza es un camino de sucesivas adquisiciones y desprendimientos, tan agotador como apasionante y enriquecedor. En Ediren ofrecemos un servicio de formación para madres y padres.
Fdo. Haizea Marijuan, psicóloga, terapeuta infantil