El autocuidado, la «asignatura pendiente» de las mujeres tras la maternidad.
La maternidad supone un punto de inflexión en la vida de toda mujer. Una revolución tanto para las madres como para todo lo que las rodea. Y es que muchas veces, además de la ilusión y la felicidad que supone para muchas madres conocer que están embarazadas, rápidamente aparecen otras emociones que no son tan agradables, y que van a quedarse con nosotras acompañándonos probablemente para mucho tiempo.
Escucha a nuestra compañara Mª José Oca, en esta entrevista:
Las emociones de las madres
Me encanta esta frase que dice “cuando nace un niño o niña, nace una madre”. A un bebé se le permite todo, porque se entiende que es un ser indefenso que necesita tiempo para adaptarse y aprender. Desarrollamos la paciencia y la compasión para poder acompañarlos bien en su crecimiento. ¿y qué pasa con las madres? Acaba de nacer y ya tiene que saber gestionar sus emociones, entender a la perfección qué se hace con un bebé; por supuesto volver a trabajar sin despeinarse y saber lidiar con el crecimiento de sus hijos e hijas. Y, además, no te vayas a quejar porque es algo que has elegido.
La mayoría no encuentra tiempo para mantener unos hábitos de vida saludables, lo que lleva asociado, de paso, una carga social y un sentimiento de culpa por no llegar a todo y que puede desembocar en problemas de salud como el estrés, ansiedad, depresión.
A su vez, esta falta de tiempo redunda en una serie de hábitos perjudiciales: una mala alimentación (comer rápido y que su alimentación diaria empeore), dormir menos, no practicar deporte, dedicar menos de una hora a la semana al cuidado personal…
Conciliar lo familiar y lo profesional
Pero, ¿por qué nos dejamos de lado? Qué nos sucede? Qué estructuras o aprendizajes en nuestra infancia marcan estas decisiones?
Cuando éramos más jóvenes, estudiantes universitarias, no pensábamos que nos encontraríamos con todas las dificultades que nos encontramos en el mundo laboral; queriendo hacer lo mismo que nuestras madres y padres, es decir, formar una familia, pero a la vez poder tener una carrera profesional. Nos hemos dado cuenta de que es muy complicado, no imposible, pero sí complicado. Seguimos en un mundo, en el que nos soltaron, nosotras, las mujeres nos desnudamos de pasión (porque somos así, y así nos educaron): con ganas de hacerlo todo y todo bien, sin renunciar a nada y de repente te das cuenta, ¡boom!, que la vida te pone obstáculos, te da un “bofetón”, realmente. Todo eso, se va cargando a la mochila, de manera automática, por herencia de nuestras madres y abuelas, ¿cómo lo vamos sacando?
No es cuestión de ponernos espesas o dramáticas, pero sí realistas. Es un mundo muy complicado para poder tener una familia y una vida profesional, sin caer en la frustración, en conflictos con tu pareja o desbordada con tus hijos e hijas por la noche en casa. Todo es muy complicado, y las mujeres lo siguen sintiendo así. Sigue habiendo barreras que nos impiden hacerlo todo. “Nosotras que lo quisimos todo”.
La «cara B» de la maternidad
Hemos crecido en una generación donde, en nuestra cabeza, tener un bebé era sinónimo de felicidad; y por supuesto que lo es, pero como todo en la vida también tiene “cara B”, que es necesario conocerla. La maternidad tiene momentos de felicidad, eso es innegable, pero también tiene sus claroscuros; momentos en los que no todo va tan bien, en los que nos sentimos mal o superadas, momentos donde la culpa aparece y puede que no lo veamos todo del color de rosa del que nos tiñeron la maternidad. No podemos pensar que la maternidad nos hará más felices de manera automática, porque eso nos lleva a la frustración y a sentir culpa por no ser esa madre “tan” feliz que esperábamos. Pensar que solo hay una forma de maternidad sería absurdo, sin embargo, la sensación de sentirnos como un bicho raro es común.
Nos educaron a las mujeres, a las futuras madres en el “si quieres, puedes” y nosotras nos lo creimos. “Serás lo que quieras ser en tu vida”.
Arrastramos un modelo tradicional de madre que priorizaba el cuidado de sus hijos e hijas por encima del de ella. Romper con ese modelo no es fácil y cuando lo intentamos llega la culpa, la presión social y la falta de corresponsabilidad. El objetivo, concienciar a las madres en la idea de que “para cuidar, las mujeres también deben cuidarse”.
El autocuidado no es egoismo
¿Qué acción sencilla podemos comenzar a realizar de inmediato para tomar conciencia de la importancia de cuidarnos a nosotras mismas?
Por mucho que una se haga un listado de todo lo que tiene que hacer para cuidar mente y cuerpo, si no hay un cambio de base en cuanto a las creencias, cualquier propósito se olvidará pronto. El primer paso para empezar a cuidarse es cambiar las creencias. En ese sentido es importante educarnos, convencernos y empezar a practicar las siguientes ideas.
- Tenemos derecho a tener tiempo para nosotras.
- Tiempo para ti misma:dedica tiempo a actividades que te gusten. Lee un libro, escucha música, date un baño relajante o sal a caminar. El autocuidado no es egoísmo; es esencial para tu bienestar.
- Tenemos derecho a cuidarnos por dentro y por fuera.
- Cuida tu salud mental: la maternidad puede ser abrumadora. Si sientes ansiedad, tristeza o estrés, busca ayuda profesional. No estás sola, y hay recursos disponibles para ti.
- Ejercicio físico: aunque puede ser difícil encontrar tiempo, el ejercicio es beneficioso para tu salud mental y física. Incluso una caminata breve puede marcar la diferencia.
- Nuestra familia es una prioridad, pero nosotras también lo somos. Tú eres importante. Cada mujer debe interiorizar que merece tiempo para ella misma, y cuestionarse si la frase hecha ‘los hijos son los primero’ es verdad. Es importante pasar tiempo con ellos pero que ese tiempo sea de calidad.
- Cuidarnos forma parte de la cadena de cuidar a otros.
Cuidarte para cuidar
«CuidarME, CuidarTE, CuidarNOS»
- «Autocuidado» pero no un autocuidado egocéntrico, egoísta, que te deja muy triste y muy sola, sino en recuperar el respeto por uno mismo. En algún momento alguien me necesita y en otros momentos soy yo la necesitada. Hay que ser honesta y reconocer cuándo una necesita ayuda y aprender a pedirla.
- Aprende a decir no, también es una manera de autocuidado. No te sientas obligada a hacerlo todo. Establece límites y prioriza lo que realmente importa.
- Cuidarnos nos da seguridad, confianza y mejora nuestro estado de ánimo.
- Celebra tus logros: reconoce tus esfuerzos y logros, incluso los pequeños. La maternidad es un viaje desafiante, y mereces reconocimiento por todo lo que haces.
- Cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente es un signo de respeto hacia nosotras mismas.
- Reconoce tus necesidades: aunque parezca obvio, es fundamental recordar que también tienes necesidades. Escucha a tu cuerpo y atiende tus propias demandas físicas y emocionales.
- Cuidarnos también es un ejemplo para que en un futuro nuestras hijas e hijos sepan que merecen dedicarse tiempo y cariño.
Enseñar autocuidado a los hijos/as
Para enseñar sobre autoestima y autocuidado, primero debes aprender tú: recordarnos que el autocuidado es algo que se tiene que enseñar a niños y niñas, para que puedan al mismo tiempo alimentar su autoestima y prevenir problemas futuros.
Tenemos que empezar por estar convencidas de que merecemos cuidarnos. El sentimiento de culpa se puede anular cambiando nuestras creencias, por eso es tan importante tener la base. Hay muchas personas que tratan de hacer cambios porque lo leen en las redes sociales, porque a una amiga le está funcionando, pero en su fuero interno no se lo terminan de creer.
La culpa también se trabaja a través de la aceptación. Aceptando que le estamos “robando” tiempo a otros y que realmente… tampoco pasa nada porque sea así. A veces buscamos argumentos como locas para que esos argumentos nos quiten la culpa y resulta que es mucho más sencillo aceptar que sí, que le estamos quitando el tiempo a un rato que podemos pasar con nuestros hijos e hijas pero que el mundo sigue funcionando igual de bien. El amor que sentimos por ellos y ellas, y el que ellos y ellas sienten por nosotras sigue fluyendo, y no pasa nada.
Fdo. Mari José Oca, psicóloga, terapeuta psicomotriz
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