Mª Carmen es una mujer de 43 años, nacida en un pueblo de León, casada y con dos hijos varones de 18 y 13 años. Es administrativo eventual y trabaja a media jornada en una gran empresa donde le cambian de puesto con frecuencia. Vive en Vitoria con sus hijos y su marido que es natural de Badajoz, es comercial y su trabajo le obliga a pasar muchas horas fuera de casa.
Ocho meses antes de acudir a la consulta de EDIREN, al regresar de las vacaciones estivales sufre de mareos que le duran una semana y que se alivian con unas sesiones de masaje.
A los tres meses mientras esta pasando la noche cuidando a su madre enferma en el hospital reaparecen los mareos. Esta vez son más intensos, se acompañan de sensación de inestabilidad, nauseas y angustia. Aunque ella sabe que no se va a caer, los mareos le dificultan mucho su actividad causándole agotamiento y le obligan a coger baja. A pesar de que siempre lo hacía con regularidad, ahora no es capaz de conducir su coche por miedo a no controlar sus reacciones. A pesar de ello, en ningún momento deja de atender a sus hijos, a su marido y a su casa ya que ella siempre se ha ocupado de estas labores sin apenas ayuda del resto de su familia. Le gusta el orden y ?tenerlo todo perfecto?
El médico de cabecera, tras hacerle una batería de análisis, le trata por vértigos. Al no obtener mejoría inicia una peregrinación por diferentes especialistas: Otorrino, Neurólogo, Traumatólogo, Rehabilitador. A pesar de que le detectan una pequeña hernia en las cervicales, los médicos no le aseguran que ésta sea la causa de sus mareos. Los mareos no ceden a pesar de los diferentes tratamientos que recibe que incluyen hasta las flores de Bach, pero Mª Carmen está cada día peor.
Se encuentra muy ansiosa y no puede parar quieta. Se ha recluido en casa y sólo sale para hacer las compras imprescindibles. Siente ganas de llorar pero no lo consigue. Donde mejor se encuentra es en la cama y reuye la compañía. Piensa: ?soy la que lleva las riendas de la casa y ¡tengo que estar bien! Siente que su familia le necesita y que ella no está respondiendo. Cada día está más desesperada y piensa que ya nadie va a poder ayudarla y que los mareos se le van a quedar crónicos ¿Me los provoco yo? Se pregunta. En algún momento ha pensado que así no quiere seguir viviendo. Este sentimiento no lo ha compartido con nadie y le genera culpa.
Cuando expresa su preocupación a los médicos que le tratan, alguno le dice en un intento de tranquilizarla, que no se preocupe tanto, que esos mareos no son graves y que como han venido, algún día se irán. Finalmente el médico de cabecera le da unos antidepresivos al verla tan abatida. Al poco tiempo ella decide hacer caso a la recomendación de un familiar y pide una consulta en EDIREN.
En EDIREN es vista en primera consulta por el psiquiatra que aprecia un importante estado depresivo. Mª Carmen cuenta que desde hace una temporada larga lleva una mala racha. La aparición de los mareos coincide con el diagnóstico de cáncer en su madre que murió a los 82 años tras mes y medio de hospitalización. Posteriormente ha tenido problemas con sus hermanos por motivos de la herencia. Su suegro ha sido operado de cáncer de colon, tiene una colostomía y su marido pasa mucho tiempo con él. Desde hace dos años su hijo pequeño ha tenido problemas escolares, le han diagnosticado una dislexia y ella se ha encargado de llevarlo a tratamiento. Mª Carmen se siente sobrecargada con la casa y muy frustrada por la poca ayuda que recibe en las tareas domésticas por parte de su marido y sus hijos.
El psiquiatra le ha medicado con antidepresivos y ansiolíticos pero también le ha remitido a un tratamiento de psicoterapia individual con una sesión semanal con una psicóloga del equipo. Esta terapia le ha permitido descargar la gran carga de tensión emocional que acumulaba desde hace años de la que ella no era del todo consciente. Al mes de tratamiento sus mareos han perdido intensidad y se han hecho menos frecuentes. A los tres meses los mareos son muy esporádicos, ha reducido la medicación, ha recuperado su estado de ánimo y la confianza en que se va a poner bien.
Pero Mª Carmen ahora sabe que para recuperar su salud todavía le queda un importante trabajo que realizar para reorganizar su vida pensando un poco más en ella misma.